La macrocausa de los ERE, de forma similar a otros procedimientos que inundan juzgados y tribunales por toda España, es la expresión y consecuencia de una interpretación extensiva y analógica de los tipos penales, de investigaciones generales teledirigidas desde instancias políticas de según qué color según qué casos, amplificadas y retransmitidas desde las terminales mediáticas vinculadas al grupo político beneficiado del espectáculo. Tienen como punto de partida la realidad de prácticas corruptas vinculadas al (des)control del destino de fondos públicos, pero, en ese marco procesal y mediático viciado, envenenado y patológico, esa realidad resulta magnificada hasta su completa deformación en una espiral que crea un monstruo procesal ingobernable, incontrolable, capaz de devorar bienes tan preciados y necesarios para el funcionamiento de una sociedad democrática como la confianza de la ciudadanía en sus jueces y tribunales.
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