Ahora sí. Ahora sí que sí. Ésta es la buena. De verdad, en serio. Esta vez sí. A la tercera, o a la que sea, va la vencida. Ahora, por fin. Palabrita. Antes no, pero ahora sí. Esta va a ser la refinitiva, que diría Ángel Garó, y que también dice el PSOE en su nuevo lema.

“Ahora sí”. Pedro Sánchez, presidente en funciones y presidente in péctore, presidente en avanzadilla y en tropezón de sí mismo, presidente en el alero y en el candelero, presidente con la expectativa y con el miedo; presidente siempre en el sueño, en el intento, en el fracaso, en la venganza, en la frustración, en la lucha por ser el presidente que no termina de ser a pesar de su empeño en no ser otra cosa que presidencial, un maniquí de presidente, un geyperman de presidente como un geyperman paracaidista, con avión y gafas y plumón de presidente; Pedro Sánchez, en fin, presidente siempre como con la presidencia en la punta de la lengua, se ha buscado un lema de fallón, de gafe o de gatillazo.

Se ve que Iván Redondo está en decadencia, que está perdiendo el ingenio y la picardía. O es que no era Rasputín ni Merlín, sino un vendecoches con el perfil de LinkedIn en jerga loser, y que tuvo suerte con el buen tiempo y una clientela alelada. Ahora, a un Sánchez que se va hundiendo en su colchón monclovita, le ha endilgado este lema de torpe, de perdedor, de fracasado motivándose contra el pasado y contra el destino, un lema que quiere ser positivo y sólo suena a desesperación, este lema de gordito ante el penalti eterno del recreo o de la vida, de Ángel Garó intentando una vez más la adivinanza que nunca le ha salido y nunca le saldrá. Eso de “ahora sí” no es algo que suela venir antes del sí, anunciándolo o prometiéndolo, sino algo que suele venir después de muchos noes. El “ahora sí” supone un “antes no”. Normalmente, muchos “antes no”, hasta darle esa fuerza de estribillo enardecedor pero desesperanzado. Por eso suele llevar a un “ahora tampoco”. Además, es inevitable que la gente piense en todos esos “antes no”.

Ahora sí, pero antes no. ¿Y por qué antes no y ahora sí? ¿Qué ha cambiado? Porque lo que vemos es la misma cara de Sánchez en el cartelón de Ferraz, como si fuera una colonia de Antonio Banderas, con otro lema diferente pero indistinguible. “Haz que pase”. “Ahora sí”. Suenan los dos a lo mismo, a madurito motivándose delante del espejo. Hasta sigue ese corazoncito como de clínica privada, de tratamiento para recuperar la sonrisa vertical. Lo que tenemos es otra vez el autorretrato presidencial esperando ya sólo ser colgado ceremoniosamente por alguien con la cara y los guantes de color hueso. Lo sigue diciendo su discurso. Le oigo decir con gravedad y aureola, más de Rey León que de presidente, que “nadie más tiene proyecto, equipo e implantación territorial”.

Se ve que Iván Redondo está en decadencia, que está perdiendo el ingenio y la picardía. O es que no era Rasputín ni Merlín

Él se ha quedado solo para gobernar no por vanidad, sino porque los demás partidos están fuera ya de la política, son como peñas de mus que se presentan a las elecciones. Sólo el PSOE tiene peso y gente para gobernar. Los demás deben de tener únicamente corredores de sacos. Y seguía, asegurando que la tarea para “el nuevo tiempo histórico” es una “responsabilidad que nos corresponde, como organización, a nosotros y sólo a nosotros”. Sólo ellos. Sólo él, quiere decir en realidad. El elegido. Sólo Sánchez es necesario, los demás son contingentes. Sánchez se merece más que un cartelón y más que un zepelín con su cara, se merece toda una nueva escuela de psicoanálisis como una fábrica entera de divanes.

Nada ha cambiado demasiado, en Sánchez me refiero. Sánchez nos trae el regalo de su persona y el amor en su perfume, con el contrapeso freudiano de todos los gatillazos de su vida, presentes como nunca en este lema. Lo que sí parece que ha cambiado es el viento, el buen tiempo que sonreía a Iván Redondo para vender a los ilusos un descapotable con peine incorporado y un presidente como un Elvis de salpicadero. El PSOE baja de su globo, con la cara de Sánchez arrugándose como un tatuaje de viejo. Ahora sí, o ahora tampoco. O ahora menos que nunca, quizá. Pero no seas tan negativo. Antes no, pero ahora sí. Seguro. Ahora sí, te hará presidente Tezanos, que hipnotizará al votante con su psicodelia. O si no, la derecha, consciente de tu necesidad ontológica. O Iglesias, encomendado por la historia y por la gente. Ahora sí, ahora va a funcionar. Ésta va a ser. Vamos tío, tú puedes. Tienes a España a punto de caramelo. Vas a triunfar. Eres el presidente, el mejor presidente, el único presidente. A por ella, campeón.