Hay un cajero automático en el barrio madrileño de Tetuán en el que de vez en cuando aparecen pegatinas que advierten de que los inmigrantes quitan las ayudas públicas a los españoles y vienen a holgazanear. El espacio está flanqueado por un restaurante turco y una tienda de manicura donde afanadas chinas pincelan las uñas de las clientas a toda velocidad, lo que no deja de llamar la atención. A pocos metros de allí, confluyen dos inmobiliarias y un banco que hace unos meses sufrieron actos vandálicos. Desconozco si la policía atrapó a los autores de los destrozos, pero dejaron pintadas en los escaparates, rotos, en las que advertían de que la vivienda es un derecho y llamaban a acabar a los especuladores.

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