Nuestro presidente en funciones podría perfectamente haberse ahorrado la molestia de hablar por teléfono con los 17 presidentes autonómicos, los de Ceuta y Melilla y el presidente de la Federación de Municipios y Provincias porque nadie le ha comprado este envoltorio con el que pretendía camuflar la única llamada, el único encuentro que era objeto de su interés: el presidente de la Generalitat, Quim Torra.

Esta es una de la cesiones que la delegación socialista ha hecho a la de ERC, que había exigido un acto de desagravio al señor Torra como si éste hubiera sido una víctima de maltrato a cargo del presidente en funciones y no hubiera provocado él mismo con su nula condena de la violencia producida en Cataluña la reacción templada del señor Sánchez , que ha consistido en no ponerse al teléfono cuando Torra le ha llamado.

Pues ya se acabaron los desencuentros. Ambos políticos han hablado y según el comunicado de la Generalitat "el presidente Torra le ha expuesto que la solución del conflicto pasa por el ejercicio del derecho de autodeterminación y el fin de la represión, así como la libertad de los presos políticos". Ni más ni menos. Es decir, que mientras Sánchez y sus negociadores van cediendo en cuestiones tan importantes como la de aceptar el planteamiento de los secesionistas de que estamos ante un conflicto político entre Cataluña y España, los secesionistas no han cedido que sepamos absolutamente en nada.

Con la información de la que disponemos en estos momentos, que es prácticamente ninguna, no se aprecia la menor cesión, la más mínima renuncia, en los planteamientos de quienes tienen a su líder en la cárcel por haber cometido gravísimos delitos. Y si se hubieran producido, lo sabríamos ya porque desde el Gobierno hay la necesidad imperiosa de que no se instale entre la ciudadanía la impresión de que, después de haber fracasado en su intento de separar Cataluña de España, los secesionistas se han hecho fuertes aprovechando la debilidad de un presidente que mendiga sus votos para poder ser investido y que están imponiendo sus exigencias sin que desde la otra parte se les plante cara.

Los secesionistas se han hecho fuertes aprovechando la debilidad de un presidente que mendiga sus votos para poder ser investido

Al parecer la señora Adriana Lastra, miembro de la comisión negociadora socialista, le ha comentado al portavoz de Compromís, Joan Baldoví, que "ha habido avances en las negociaciones". Lo que no sabemos es a qué se refiere la señora Lastra con eso de los avances ni si se trata de un mensaje interesado para dar la impresión de que la investidura de Sánchez es algo inminente, que es lo que se está sugiriendo desde la presidencia del Gobierno.

De hecho se están manejando las fechas del 27-30 de diciembre para la celebración de los plenos en los que se supone que el presidente en funciones pasará a ser presidente electo. ¿Por qué se dan esas fechas, sobre qué bases se sustentan? No lo sabemos. Nos estamos moviendo en un escenario de total oscuridad, en un paisaje de nieblas en el que puede aparecer de pronto un comunicado de acuerdo que nos deje a todos de piedra. O un comunicado en el que no se explique nada de lo acordado y esté cuajado de eufemismos y circunloquios destinados a extender la confusión.

Probablemente a partir de este jueves el panorama se despeje en parte porque de la sentencia del Tribunal Europeo sobre la inmunidad que reclama Oriol Junqueras en tanto que europarlamentario elegido se van a seguir consecuencias políticas relevantes en nuestro país.

Si el TJUE dice que el señor Junqueras ha adquirido su condición de miembro del Parlamento europeo sin necesidad de haber jurado o prometido en su país la Constitución y que era inmune a partir del día de las elecciones, esa vía le facilitaría las cosas a Carles Puigdemont que tiene planteado un recurso similar y que, a partir de ese pronunciamiento del tribunal, podría sostener que los jueces españoles ya no pueden detenerlo porque gozaría de la inmunidad que se les reconoce a los representantes del pueblo.

Resulta muy dudoso que su pretensión salga adelante con éxito porque Puigdemont huyó a Bélgica para escapar de los tribunales españoles varios meses antes de presentarse a las elecciones europeas. Por lo tanto, ya había cometido el delito. Reclamar la inmunidad para él en esas condiciones es tanto como abrir la vía para que cualquier delincuente con contactos políticos eluda la acción de la Justicia por el expeditivo procedimiento de presentarse a unas elecciones, a cualquiera, para adquirir así la inmunidad deseada.

Lo único que sabemos con certeza es que Pedro Sánchez está dispuesto a lo que sea, es decir, a todo, para seguir en La Moncloa

No se sostiene el argumento pero todo dependerá de lo que diga mañana el TJUE, y eso tendrá consecuencias en la decisión de ERC de facilitarle o no la investidura a Pedro Sánchez. Porque hay una cosa que esta formación independentista no se puede de ninguna manera permitir y es que su adversario dentro del secesionismo, Carles Puigdemont, que ya se ha hecho fuerte en su partido a base de derrotar a los últimos resistentes del PDeCat y subsumir los restos de ese partido dentro de JxCat que él lidera, dé la orden a Quim Torra para que convoque elecciones y tenga en su mano el argumento demoledor para ERC de que se han plegado a las exigencias del PSOE y le han entregado su abstención.

Si hay elecciones en Cataluña será porque Puigdemont piense que va a ganarlas frente a ERC. Y los republicanos no pueden permitirse el lujo de facilitarle las armas con las que pueda vencerlos. Por eso resulta poco creíble -hablando siempre rodeados de esta niebla- ese "avance" del que habla Adriana Lastra en un momento en que todavía no se conoce la postura del TJUE sobre el recurso de Junqueras. No es verosímil que Pere Aragonés y los suyos le hayan dado ya a los socialistas ninguna garantía de un acuerdo inminente.

Lo único que sabemos con certeza es que Pedro Sánchez está dispuesto a lo que sea, es decir, a todo, para seguir en La Moncloa. Y que los de Esquerra Republicana no han variado un ápice su discurso reivindicativo. Y que a Quim Torra le pasa tres cuartos de lo mismo. Y esas tres certezas dan como resultado una enorme inquietud y una infinita desconfianza sobre el resultado final de estas conversaciones y sobre la magnitud del precio que los españoles nos podemos ver obligados a pagar por un acuerdo que ni nos interesa ni beneficia al país sino que, por el contrario, le perjudica gravemente.

Nuestro presidente en funciones podría perfectamente haberse ahorrado la molestia de hablar por teléfono con los 17 presidentes autonómicos, los de Ceuta y Melilla y el presidente de la Federación de Municipios y Provincias porque nadie le ha comprado este envoltorio con el que pretendía camuflar la única llamada, el único encuentro que era objeto de su interés: el presidente de la Generalitat, Quim Torra.

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