Recordaremos que 2019 fue el año de Sánchez y de la condena por sedición y malversación a los caricatos de la patria del tres por ciento. Lo demás ya es todo Rosalía, solamente. Éste ha sido el año definitivo de Sánchez, no porque haya ganado por más o por menos, en un intento o en otro, sino porque se ha vaciado, se ha desnudado, ya no le quedan más poses ni más balas, ya no nos podrá sorprender ni impresionar ni decepcionar. Después de una seducción verbenera, Sánchez nos ha llevado a su gran cama con bola de discoteca y colchón con nenúfares, ese colchón que es un poco como El carro de heno del Bosco, y allí nos ha hecho ya todo lo que podía o sabía hacer, lo acrobático, lo doloroso, lo gracioso, lo indecente y lo ridículo. A partir de aquí, ya lo que nos vuelva a hacer será porque nos gusta el látigo o la risa.

Para poder acceder a este y otros contenidos debes de ser suscriptor.

Opciones de suscripción

¿Todavía no estás seguro? Consulta aquí todas las ventajas de suscribirte a El Independiente.

¿Ya eres usuario Premium?

Identifícate