En el último año de instituto una de mis amigas se quedó embarazada. La reacción de sus padres no fue tanto de susto por la situación en sí sino por lo que la había provocado. ¿Su hija de 17 años mantenía relaciones sexuales? En su casa jamás se había hablado de eso. En aquel lugar no mencionaron nunca un preservativo, ni una enfermedad de trasmisión sexual, ni se alertó de una situación de acoso. Mi amiga, como todas, sabía lo que sabía por lo que escuchaba de las demás y, sobre todo, por lo que no escuchaba en casa.

Contenido Exclusivo para suscriptores

Para poder acceder a este y otros contenidos debes de ser suscriptor.

¿Ya estás suscrito? Identifícate aquí