La llamada "Mesa de diálogo" o "Agenda para el Reencuentro", como con insufrible cursilería la han denominado Pedro Sánchez y su vicepresidenta primera Carmen Calvo, no sólo es una tomadura de pelo porque quienes van a concurrir a ella no van a buscar puntos de acuerdo que son inexistentes de raíz, sino porque lo que mueve a quienes se sienten esta tarde a uno y otro lado de la famosa Mesa lo hacen para conseguir propósitos que nada tienen que ver con lograr ningún tipo de acercamiento o de pacto y que son, además, propósitos muy distintos.

Contenido Exclusivo para suscriptores

Para poder acceder a este y otros contenidos debes de ser suscriptor.

¿Ya estás suscrito? Identifícate aquí