La Bolsa española se desplomó ayer un 14,06% en la peor jornada de su historia. Los inversores viven momentos de pánico porque no saben lo que va a ocurrir, y la incertidumbre es el peor escenario para los mercados.

Pregunto a un banquero: "¿Cómo va a afectar el coronavirus a la economía?" Responde: "Depende de lo que dure. Si el escenario es que en dos meses la cosa empieza a estar controlada lo que veremos es una caída del PIB brusca en el segundo trimestre; podríamos irnos a un crecimiento cero o incluso a una recesión, pero luego las cosas mejorarían de forma rápida. Pero si dura cinco meses este año habría que darlo por perdido, al final el crecimiento sería muy bajo y habría un repunte del paro y del déficit. La recuperación sería mucho más complicada. Cuando más se tarde en controlar la expansión del virus, mucho peor".

La respuesta negativa del Ibex ha sido similar en todas las bolsas de Europa, aunque un poco menos terrorífica. Wall Street también vivió una jornada negra.

Lo que llama la atención es que esa respuesta de los inversores a nivel mundial se produce el mismo día en que el Banco Central Europeo (BCE) ha aprobado un plan de 120.000 millones para compra de deuda pública y proporcionar liquidez. Por su parte, Pedro Sánchez anunció su esperado "plan de choque" (18.000 millones) que consiste básicamente en aplazar pagos de deuda a Pymes y adelantar dinero a las autonomías para luchar contra el coronavirus. Mucho ruido y pocas nueces.

Pero no sólo bajaron las bolsas, sino que bajaron también el bono español y el italiano. El dinero huye de la renta variable, pero también de la renta fija. Ni siquiera el oro ha actuado como valor refugio, papel que suele jugar cuando todo va mal. Es como si la gente de dinero, los fondos, etc. hubieran decidido guardarse el dinero en previsión de tiempos aún más difíciles. Ese es uno de los peores síntomas de lo que ocurrió ayer.

El mercado esperaba que Europa respondiera de manera contundente ante una situación inédita, pero la respuesta fue decepcionante. El Eurogrupo aprobó el miércoles un paquete de ayudas de 25.000 millones, lo que es casi una broma.

La única forma de parar la caída de la Bolsa es poner en marcha un plan ambicioso de inversión que compense la caída de actividad que ha provocado el coronavirus

Alemania y los países nórdicos (de forma increíble España se alineó con este grupo) pusieron pie en pared ante la petición de Italia de poner en marcha un plan de inversión que compensara la fuerte caída de actividad que estamos viviendo y que se prolongará meses.

Alemania marca el ritmo, como hizo en la crisis financiera que comenzó en 2008, y mira sobre todo al equilibrio presupuestario. Es un error. Es el momento de actuar. Al igual que con el coronavirus, las medias tintas no sirven de nada.

La buena evolución de la enfermedad en China es una buena noticia. Si se hacen las cosas bien, aunque suponga un esfuerzo que nuestros políticos se resisten a exigir, el virus puede controlarse. Esa luz de esperanza se vio empañada, sin embargo, por la decisión de Donald Trump de cerrar Estados Unidos. Si la epidemia se extiende de manera significativa estamos abocados a un frenazo del comercio mundial de consecuencias imprevisibles.

Esta crisis va a cambiar muchas cosas. Pone a prueba nuestro sistema de salud, la seriedad de nuestros políticos y la responsabilidad de los ciudadanos. Pero, no todo tiene que ser malo. La experiencia del teletrabajo está siendo una realidad en muchas empresas. Si las compañías mantienen o incluso aumentan su productividad estaremos ante un nuevo paradigma. Con implicaciones enormes para la conciliación familiar, la movilidad y la reducción de misiones. Hagamos de la necesidad virtud.

La Bolsa española se desplomó ayer un 14,06% en la peor jornada de su historia. Los inversores viven momentos de pánico porque no saben lo que va a ocurrir, y la incertidumbre es el peor escenario para los mercados.

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