Habrán visto que no hay más rastreadores, ni más médicos, ni más test, ni más trenes, ni más recursos ahora que el Gobierno ha “tomado el control”, que decía Illa cerrando el puño como Darth Vader o como alguien que ha atrapado una mosca hortelana o funeraria. El Gobierno se ha limitado a poner una gran cadena de convento o de mirador alrededor de las ciudades y a quitarles una hora de la cena, la hora ya del pacharán, poca cosa. Pero esa cadena suya, quizá sólo indiscriminada, es igualitaria, no como aquélla de Ayuso por la que protestaban, que debía de ser un cordoncillo de clase, como de reclinatorio ducal. Aun con la audacia y la eficacia de estas medidas, hay gente que se ha reunido en La Toja para seguir pensando, por si acaso. La Voz de Galicia tituló, con entusiasmo: “Las mejores mentes reflexionan en A Toxa sobre la respuesta a la pandemia”. Entre ellas, Feijóo, Moreno Bonilla o García-Page. Y Sánchez. Las mejores mentes, y con olor a sales y lavanda. Cómo no entusiasmarse.

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