La viróloga más buscada por el gobierno chino, Li Meng-Yan, respondía a las preguntas de Iker Giménez afirmando que el virus del Covid-19 que arrasa Europa había sido “fabricado” en un laboratorio chino y se había dejado escapar a posta para provocar los efectos sanitarios y económicos que estamos sufriendo. Una grave afirmación sin suficientes pruebas, pero con muchos indicios que nos sitúa al borde de un presunto acto criminal, de un posible genocidio por intereses económicos.

Si fue así, ¿por qué soltar el virus en China y no en otro país como EEUU, su mayor enemigo económico? La hipótesis más probable es que ya disponían de una respuesta inmunológica eficaz para contrarrestar sus efectos.

La mentalidad hermética y uniforme de un gigante como China no permite mostrar debilidades a sus adversarios, pero se mostró débil al inicio de la pandemia cerrando Wuhan, dejando que su moneda se devaluara sin que el Banco Central Chino tomara ninguna medida para evitarlo y levantando decenas de hospitales que la propaganda del Gobierno aseguró construir en 48 horas, aunque nunca fue así. En ese momento en todo el país solo existían, según sus propios datos, 800 contagios y 25 muertos. ¿Por qué construir hospitales para miles de pacientes que no tenían? Para que el resto del mundo lo viera y utilizar el arma más poderosa contra sus enemigos: el miedo.

¿Por qué construir hospitales para miles de pacientes que no tenían? Para que el resto del mundo lo viera y utilizar el arma más poderosa contra sus enemigos: el miedo

Eso sucedía a primeros de febrero de este año. Apenas un mes después, el 8 de marzo se cerraban los mismos hospitales, ya no eran necesarios, aseguraban las autoridades que la pandemia remitía. Por aquellos días Europa ya había recibido el virus.

Quizá asistimos a una representación teatral que mostró la capacidad de reacción de China ante una supuesta pandemia y demostró su capacidad para resolverla en pocas semanas. China oficialmente solo tuvo 4.600 muertos en un país de 1.400 millones de habitantes.

Cuando llegó el virus a Europa entrando por Italia, el miedo de los mercados hizo caer las acciones de las mayores empresas y fue China quien empezó a adquirir participaciones a bajo precio en las más importantes multinacionales. Es lo que los inversores financieros llamaron la “operación jaque mate”; cuando quisieron darse cuenta los tiburones financieros de Europa y Estados Unidos, China ya había adquirido o prestado dinero suficiente para erigirse como accionista mayoritario de los mayores lobis económicos de Occidente.

Imaginen un nuevo escenario: disponían del virus mutado para hacerlo letal a una población muy específica, conocían la forma de anularlo y serán ellos quienes descubran en primer lugar la vacuna milagrosa que proteja al mundo. A día de hoy anuncian 11 vacunas disponibles, cuatro de ellas en tercera y última fase para producir hasta 1.000 millones de dosis. Ellos serán quienes nos vendan la vacuna a los europeos para salvarnos, mientras ya disponen del control económico de nuestros países. Una jugada perfecta.

Ellos serán quienes nos vendan la vacuna a los europeos para salvarnos, mientras ya disponen del control económico de nuestros países. Una jugada perfecta

Además, esta pandemia les ha facilitado el poder sobre la OMS. China aportará 2.000 millones de dólares en los próximos dos años a la organización. Hasta ahora era EEUU quien hacía la mayor aportación y nunca superó los 500 millones, por lo tanto, China bajo el falso pretexto de ayudar al mundo a resolver los efectos del virus, se hace con el control de las campañas de vacunación de la OMS y con su vacuna volverá a tener el control no solo económico, sino sanitario del planeta.

La historia se repite. El 22 de febrero de 1952 el Diario del Pueblo, el periódico oficial del Partido Comunista de China, publicó que las fuerzas de Estados Unidos habían iniciado una guerra biológica contra su país. En las fotografías publicadas aparecían pueblos enteros devastados, cadáveres por las calles e imágenes dantescas de miles de refugiados huyendo de sus casas, tras el lanzamiento de agentes químicos a la población civil por parte de los norteamericanos. Sesenta y un años después, en el año 2013, el cirujano jefe de las fuerzas chinas en Corea durante la Guerra de Corea, Wu Zhili, admitió que le habían ordenado fabricar pruebas falsas que simularan el ataque químico de Estados Unidos. Tras la desclasificación de archivos de la KGB se comprobó que el gobierno chino llegó a recrear, como si fueran ciertas, “regiones devastadas por el agente químico lanzado”, incluso utilizaron entierros ordinarios para fotografiarlos como ejemplo de los centenares de víctimas muertas por la falsa guerra bacteriológica norteamericana que jamás existió.

La propaganda china no tiene límites.

La viróloga más buscada por el gobierno chino, Li Meng-Yan, respondía a las preguntas de Iker Giménez afirmando que el virus del Covid-19 que arrasa Europa había sido “fabricado” en un laboratorio chino y se había dejado escapar a posta para provocar los efectos sanitarios y económicos que estamos sufriendo. Una grave afirmación sin suficientes pruebas, pero con muchos indicios que nos sitúa al borde de un presunto acto criminal, de un posible genocidio por intereses económicos.

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