En Estados Unidos hacer campaña por uno u otro candidato político no te pasa factura profesional. En España todavía sí. Los cantantes y compositores han sido siempre los primeros en romper el secreto de su idolología política, manifestándola con normalidad, incluso poniendo su colofón musical en mítines de todos los partidos. Mantenían la certeza de ser libres porque su público asistía a los conciertos, y no rendían pleitesía al dinero público que les dejaba de contratar en los Ayuntamientos de signo contrario. Así ejercen su libertad Bertín Osborne, Miguel Bosé, Loquillo, Francisco, Marta Sánchez o Julio Iglesias. Algunos por ser valientes y decir lo que piensan, incluso reactivan su carrera musical como José Manuel Soto, sus conciertos además de buena música, tienen lo que destilaban los de Lluís Llach en la transición, aires de libertad.

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