Ser rey en el siglo XXI es algo muy difícil. Me imagino que nunca fue sencillo, pero en la sociedad que aspira a la transparencia, al fin de los privilegios, a la igualdad de oportunidades, a la meritocracia... aún parece más complicado mantener la vigencia de una institución cuya legitimidad depende exclusivamente de una cuestión hereditaria.

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