Todos sabemos ya que la enorme sede de Madrid le viene grande a Ciudadanos, porque hace tiempo que ese partido ya no es la esperanza blanca que fue para el centro derecha en el ámbito nacional, ni tampoco para el constitucionalismo necesariamente antiindependentista que fue en el ámbito catalán.

Pero antes de aceptar, a través de un símbolo tan potente como es la casa en la que uno vive, que se ha descendido en la posición social, que en este caso es posición política, Inés Arrimadas y los que quedan de los suyos van a echar el resto por no morir por consunción natural en la orilla de las elecciones catalanas.

Ésa es su apuesta a vida o muerte porque todos sus afiliados y todos sus dirigentes saben que si los escaños que Carlos Carrizosa consiga el día 14 de febrero, o cuando por fin se celebren los comicios, no llegan a 15, el partido se mantendrá vivo -aunque agonizante y mientras no haya nuevas elecciones- únicamente gracias al oxígeno que todavía le proporcione su presencia en los diferentes gobiernos autonómicos y municipales de los pactos que han hecho posible las presidencias del PP.

Pero sabrán entonces que su destino estará sellado y que las fugas que se han producido entre sus filas y la pérdida de donaciones procedentes de simpatizantes, cosa que ya se refleja en sus presupuestos para 2021, se van a incrementar de manera exponencial.

Los ingresos de la formación van para abajo, al mismo ritmo en que se van difuminando sus posibilidades reales de crecimiento como partido"

Las cuentas de Cs que hoy publica El Independiente muestran cómo los ingresos de la formación política van para abajo, al mismo ritmo en que se van difuminando sus posibilidades reales de crecimiento como partido: las cuotas de afiliados han bajado en casi 400.000 euros, lo que evidencia que esos miles de afiliados se han dado de baja en el partido. Y razones han tenido para ello, a pesar de los esfuerzos de Inés Arrimadas por construir, o al menos apuntalar, una imagen de partido de centro cuyo valor principal fuera el de resultar útil para los intereses nacionales.

Nunca lo ha tenido fácil la líder de Cs pero es que, además, su apuesta "estrella" le ha salido mal. Su decisión de negociar algunos capítulos de los Presupuestos Generales con Pedro Sánchez, para poder vender así que había logrado revertir determinadas partidas de las incluidas por los socialistas o por sus socios de Podemos, se saldó con sucesivos fracasos y con un ninguneo humillante de palabra por parte de los de Pablo Iglesias. Y con otro no menos ofensivo y deprimente por la vía de los hechos por parte de Pedro Sánchez y los suyos.

Hubo un momento en que parecía que Arrimadas suplicaba que se aceptara alguna de sus propuestas, como la supresión de la subida del impuesto al diésel, algo que ella anunció como un logro de Ciudadanos pero que la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno desmintió sin paños calientes: "Yo, el Ministerio de Hacienda, el comité de negociación, no han tenido ese contacto con Ciudadanos", zanjó María Jesús Montero, preguntada al respecto.

Y lo peor fue que, al final, se suprimió efectivamente ese incremento impositivo, pero porque el PNV, socio imprescindible del Gobierno para la legislatura, se negaba a aceptarlo. Ciudadanos quedó así desairado.

La estrategia diseñada por Arrimadas había fracasado y, en consecuencia, perdió la baza para presentarse ante el electorado como el partido útil"

Pero no acabó ahí la cosa porque los Presupuestos se aprobaron con los votos de Podemos, PNV, ERC, Bildu –es decir, con los que Cs decía que jamás habría admitido participar–  y el resto de partidos pequeños que cuentan con uno o dos diputados. Ciudadanos votó en contra, pero quedó dañada su reputación por haber seguido negociando las cuentas públicas, a pesar de saber que el Gobierno buscaba el apoyo de nacionalistas independentistas y hasta proetarras.

La estrategia diseñada por la líder de Ciudadanos había fracasado y, en consecuencia, perdió la baza política que tan afanosamente había estado buscando para presentarse ante el electorado como el partido útil que le permitiría recomponerse de tantas heridas sufridas desde 2018 y que han sido la causa de tantos abandonos en sus filas.

Las aportaciones institucionales de los presupuestos de Ciudadanos prevén para el año 2021 una pérdida de casi un millón y medio de euros, lo cual da una idea de las malas perspectivas con las que afrontan el año recién comenzado, y eso contando con que sus cálculos electorales para Cataluña se cumplan.

Hay que decir que Carlos Carrizosa es un muy buen candidato, pero que habría sido mucho mejor y habría podido tener más éxito electoral si no cargara con el pesado lastre de haber sido puesto en la cabeza de lista por el dedo omnipotente de la líder del partido.

Inés Arrimadas se ha pasado el resultado de las primarias por el arco de triunfo y encima ha pretendido justificar ese atraco a la militancia con argumentos insostenibles de pretendidas incompatibilidades que, en cualquier caso, debería haber hecho públicas antes de que los aspirantes presentaran sus candidaturas para ser elegidos como cabeza del partido en Cataluña y aspirantes a presidir la Generalitat.  

Arrimadas se ha pasado el resultado de las primarias por el arco de triunfo y ha pretendido justificar ese atraco con argumentos insostenibles"

La consecuencia de esa decisión tomada por el procedimiento del "ordeno y mando" la conocemos todos: la candidata de Ciudadanos elegida en primarias, Lorena Roldán, es hoy la número dos en las listas del PP por Barcelona. Y ésa no ha sido ni siquiera la última fuga de las padecidas por este partido, que ya había sufrido en los meses anteriores muy importantes abandonos.

La situación política de Cs es por eso muy incierta y esa incertidumbre se agrava por el apetito no disimulado de la formación de Pablo Casado de atraer a los muchos desencantados del partido naranja al que Albert Rivera dejó mortalmente herido de necesidad tras las elecciones generales de abril de 2019.

Los antiguos votantes de Ciudadanos tienen a  día de hoy varios pretendientes en toda España, pero en Cataluña tienen aún más. Por eso, este partido se enfrentan el 14 de febrero -o cuando se celebren esas elecciones- a una prueba a vida o muerte, en sentido literal.

Sus cuentas, muy explícitas, que hablan de una formación sin deudas ni oscuridades, parecen augurar, sin embargo, ese oscuro futuro que asoma en su horizonte.

No parece que Arrimadas pueda mantener por mucho más tiempo esa suntuosa sede central de Madrid que habla, sin decirlo, de tiempos ya pasados que fueron felices y prometedores, pero que probablemente nunca volverán. Antes o después, tendrá que asumir ante los ojos de la opinión pública con un cambio de sede que su partido ha bajado, y mucho, de posición.

Todos sabemos ya que la enorme sede de Madrid le viene grande a Ciudadanos, porque hace tiempo que ese partido ya no es la esperanza blanca que fue para el centro derecha en el ámbito nacional, ni tampoco para el constitucionalismo necesariamente antiindependentista que fue en el ámbito catalán.

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