El Ministerio de Igualdad ya era una casita de chocolate, una fiesta de almohadas, un té de muñecas, una siesta de señoritas en pololos como las de Escarlata O’Hara. En el Ministerio de Igualdad, lo recordarán, a Irene Montero le montan cumpleaños como los de Winnie the Pooh, los subordinados le traen tartas con arcoíris, le cantan alrededor de una trona tan oficial como el coche oficial o el sueldo oficial, y le cepillan el pelo que le cae por los torreones. O sea, que el ministerio ya le hace de niñera a Montero, con lo que eso de que pueda tener a una alta asesora ministerial para cuidarle a los churumbeles a uno le parecería poca novedad. El ministerio es apenas eso, apenas tiene eso, apenas suena, al agitarlo, a tupper baby, a regalo de amigo invisible, a costurerito de boda, a suspiro de tarde de hacerse trenzas. O sea, que qué va a hacer un alto asesor sino cogerle un alto moño a la ministra o a su bebé. Es eso o recortar unicornios.
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 El Independiente | El diario digital global en español
- 2 La vida a todo tren del jefe de Policía detenido por narcotráfico
- 3 El fango político salpica a las Fuerzas Armadas
- 4 Los inquilinos podrán quedarse en la casa de alquiler sin renovar
- 5 Quién es Elisa Mouliaá, la actriz que denuncia a Errejón
- 6 Vox prepara el golpe de gracia contra Mazón
- 7 Detienen al jefe de antiblanqueo de la Policía Nacional de Madrid
- 8 El experto que cree que los humanos podríamos vivir 20.000 años
- 9 Pérez de los Cobos renuncia a que el TS degrade a tres generales