Los partidos indepes se llaman unos a otros traidores o cobardes, son como primos godos en una cena con ballestas, y sin embargo han firmado todos un papel comprometiéndose a no pactar con el PSC. No sé si habrán ido a un notario, como se hacía antes para sacar el ganador de los sorteos de los yogures, pero la política nunca se ha podido hacer por adelantado y no va a empezar a hacerlo ahora en el escenario más venenoso de la política española. Los indepes no pueden dejar de parecer los más indepes, patriotas de gaita en el desfile y de espadón en la mesa que se venden al pueblo como gladiadores y como tonadilleros. Ya son esclavos del fanatismo que han hecho crecer, no pueden dejar de parecer fanáticos aunque algunos busquen la tregua, el respiro, como Junqueras con su medio discurso guerrero y su medio discurso cansado, usando un ojo para cada uno. Saben que la única escapatoria que tienen es Sánchez, pero hacen juras bajo los robles contra los socialistas. Ni en esta campaña apocalíptica pueden dejar de ser grotescos.
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