Imposible no caer en que hoy es el día que es, 20 de abril. A todo el mundo le suena y resuena lo de “20 de abril del noventa, hola chatá como estás” del conocido tema de Celtas Cortos. Uno de los más grandes éxitos de la década en España es, en realidad, una carta cuyo título es la fecha. Dado que este tema con punto celta ya fue de lo más sonado de la época, haríamos bien en aprovechar el “género epistolar” en el pop para buscar alguna joya que hable de misivas y dar alguna sorpresa agradable al personal que espera pacientemente en la cola de las llamadas para vacunarse en primera o segunda dosis.

Y es que con esto del mail, ya no se mandan cartas. Con lo bonito que era.

Me he encontrado con maravillas como Sealed with a kiss (sellado con un beso), que Bobby Vinton defendió tan bien en 1972

Luego Jason Donovan hizo su versión y las fans creyeron que era suya.

Más cartas. Aún mejor para mi gusto, encuentro todo un temazo de Stevie Wonder llamado Signed, Sealed, Delivered I'm Yours: firmado, sellado y entregado… soy tuyo.

Soul en estado puro. No me gustaría pasar por alto a los más grandes de la Historia del pop con su carta, la que mandaba todo el amor de The Beatles.

De una sencillez arrolladora, más que una carta me recuerda a ese espíritu sencillo y hasta cierto punto naif de aquellas postales con puestas de sol y frases bonitas que enviábamos sin sobre y con todos nuestros sentimientos por fuera, a la vista del cartero.

Son más de 50 los éxitos que hablan de cartas, pero vamos a detenernos en una joyita que no suele sonar demasiado del Rey Elvis.

Alguien le sugirió que cambiara su nombre por el de John Davenport, que le haría parecer “más blanco”. Y tragó

Otis Blackwell tuvo varias desgracias para la época que le tocó vivir. Nació en plena gran depresión norteamericana en un Brooklyn comido por la miseria pero lleno de arte. Ser negro no es una desventaja en este arte del ritmo y la melodía, pero eso entonces no lo sabían muchos. En Harlem tuvo su primer reconocimiento y poco después se vio componiendo a destajo para la creciente industria del disco. Alguien le sugirió que cambiara su nombre por el de John Davenport, que le haría parecer “más blanco”. Y tragó. El caso era ganarse humildemente la vida.

A lo largo de todo el medio siglo que separa 1952 de 2002 ha creado más de mil éxitos y ha vendido más de 200 millones de discos con sus canciones. ¿Quién es Otis Blackwell? Tuvo que esperar bastante para que se hiciera algo de reconocimiento a su obra, que nunca fue el debido. Así que bueno es que le dediquemos un par de párrafos de esta columna al tiempo que dejamos que la parte musical la ponga nada menos que el icono más importante del Rock de todos los tiempos.

Sí, él también compuso canciones sobre una carta, y en este caso una que se devuelve a su remitente. Quizá porque no estaba el nombre real, escondido por el racismo que parece cosa del pasado pero del que no nos conseguimos deshacer. Que se lo pregunten a la Guardia Nacional que anda apostada en las calles de Minneapolis estos días.

Return to sender. Vuelta al remitente. Un clásico con sabor a carta y a caligrafía de la buena. De aquellos tiempos en los que nos gustaba tenerla.