El bilbaíno Fernando Grande Marlaska fue durante décadas el magistrado más activo contra la banda terrorista ETA en la Audiencia Nacional, fue quien procesó a Arnaldo Otegui, quien durante ocho años destruyó el entramado de la banda y encarceló a José Ignacio de Juana Chaos, investigó el chivatazo del Bar Faisán y metió entre rejas a 31 miembros de Segi, la escuela de futuros terroristas de la banda. Los terroristas intentaron asesinarle mientras veraneaba en Ezcaray, en La Rioja, sin lograrlo. Era un ejemplo de magistrado apoyando a las víctimas de ETA.

En junio de hace tres años, prometió a las asociaciones de víctimas no acercar al País Vasco a terroristas con delitos de sangre. A día de hoy ya ha acercado a 90 de ellos.

Los llamados “viernes negros” han provocado el acercamiento de más de 221 terroristas, casi 60 lo han hecho a cárceles del País vasco y Navarra. Solo quedan diez etarras por acercar a sus lugares de origen y además a partir del 1 de octubre todas las prisiones vascas serán gestionadas por el Gobierno de Euskadi.

El ministro, obedeciendo órdenes del Gobierno y cumpliendo sus acuerdos con PNV y Bildu, acerca sin cesar a presos de ETA en contra del criterio de las cárceles y las Junta de Tratamiento, en el acuerdo con los nacionalistas vascos no hay condiciones, ni precisa arrepentimiento el etarra que obtenga ese beneficio.

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado saben que luchan sin el apoyo del Gobierno para investigar los 376 crímenes de ETA que siguen sin resolverse. Nunca se investigó por qué Josu Ternera, con orden de detención internacional, viajaba por Europa con pasaporte diplomático de Noruega, y tantos otros casos que están a punto de prescribir y caer en el olvido.

Cincuenta y cuatro etarras han huido a Venezuela, Méjico o Cuba; algunos como De Juan Chaos, con 25 asesinatos a sus espaldas, tras mantener una larga huelga de hambre y conseguir la libertad provisional, huyó al Estado de Anzoátegui, en la Venezuela bolivariana. Muchos le ven pasear los sábados por la tarde por el centro comercial junto a su esposa y uno de sus hijos.

Varios etarras que no fueron detenidos por sus delitos regresan veinte años después a los pueblos donde nacieron a recuperar sus vidas tras prescribir sus asesinatos y secuestros. Ellos tienen una segunda oportunidad, sus víctimas no.

Yo viví esos días al lado de Luis del Olmo trabajando con él, la tensión era máxima en el estudio de radio donde hacíamos el programa, cambiaba de ruta a diario para ir o venir de su casa

Grande Marlaska ha acercado a José Javier Arizcuren, alias Kantauri, el jefe de ETA que ordenó asesinar de un tiro en la nuca al socialista Fernando Múgica delante de su hijo y planear el asesinato del Rey Juan Carlos I. Ha acercado a Julen Atxurra Egurola, quien ordenó el secuestro de Ortega Lara y a Txapote, el asesino de Miguel Ángel Blanco, Gregorio Ordóñez o Fernando Buesa. Incluso al asesino del socialista Ernest Lluch, Fernando García Jodrá, alias Txomin, el criminal que intentó matar ocho veces al compañero y amigo Luis del Olmo.

Yo viví esos días al lado de Del Olmo trabajando con él, la tensión era máxima en el estudio de radio donde hacíamos el programa, cambiaba de ruta a diario para ir o venir de su casa, y un discreto pero efectivo equipo de seguridad le rodeaba en todo momento. Sabíamos que el comando Barcelona había venido a la ciudad para asesinarle y la única pregunta que nos hacíamos era cuándo lo intentarían. No fue fácil trabajar en esas circunstancias con un furgón policial en la puerta y todas las persianas de la emisora en la esquina de Diagonal con la calle Muntaner bajadas y blindadas. Cuando iban a su casa a dispararle se cruzaron con el guardia municipal Juan Miguel Gervilla y lo asesinaron a pocos metros de la casa del periodista.

El plan está escrito y forma parte de los acuerdos de gobierno alcanzados con Bildu y PNV en Moncloa. Primero se les acerca, luego se les conceden permisos de trabajo y al poco tiempo quedan en libertad. En la mayoría de los casos han cumplido poco más de un año de prisión por persona asesinada.

Hace unas semanas se encontraron en un acto de homenaje a las víctimas el presidente de la Asociación Dignidad y Justicia, Daniel Portero, y el ministro Marlaska. Daniel Portero va en las listas del PP de la Comunidad de Madrid. El ministro se le acercó y le preguntó “Pero, Daniel, ¿qué te ha pasado?”, en directa alusión a su incorporación a la política, a lo que portero respondió ”¿Y a ti?”.

El ministro Marlaska se le quedó mirando a los ojos y se fue sin responder.

El bilbaíno Fernando Grande Marlaska fue durante décadas el magistrado más activo contra la banda terrorista ETA en la Audiencia Nacional, fue quien procesó a Arnaldo Otegui, quien durante ocho años destruyó el entramado de la banda y encarceló a José Ignacio de Juana Chaos, investigó el chivatazo del Bar Faisán y metió entre rejas a 31 miembros de Segi, la escuela de futuros terroristas de la banda. Los terroristas intentaron asesinarle mientras veraneaba en Ezcaray, en La Rioja, sin lograrlo. Era un ejemplo de magistrado apoyando a las víctimas de ETA.

Contenido Exclusivo para suscriptores

Para poder acceder a este y otros contenidos debes ser suscriptor.

¿Ya estás suscrito? Identifícate aquí