
La presidenta en funciones de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
El ‘efecto Ayuso’ no es como el ‘efecto Illa‘, que venía sin efectos secundarios como las pastillas Juanola con las que parece alimentarse y hacer política el ex ministro. Illa se sabía para qué iba y dónde tenía que colocarse con sus trajes de chófer del catalanismo, trajes negros y a lo mejor falsos del oficio, igual que la viga negra y falsa del techo de un mesón castizo. En realidad Illa no tenía ningún efecto, todo lo dejaba igual, en el pilón de pedir perdón donde siempre ha estado el PSC, sólo que enviado por Sánchez como un cartero con la carta devuelta. El ‘efecto Ayuso’, que es a lo que yo iba, ha sido más potente y casi tira a Sánchez de su colchón de la Moncloa, como la dueña de una pensión de la Gran Vía. Pero Ayuso sí viene con efectos secundarios, con prospecto acordeonado, con febrícula y con sarpullidito entre la alergia y la angora. Ayuso, claro, viene con la ayusada.
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