Sánchez no va a poder limitarse al indulto y a la reforma del delito de sedición, que desde la propia palabra ya suena a excomunión, a decapitación o a sangría de barbero, todo demasiado medieval. Adaptar nuestro franquismo de mazmorra y muñeca Wendolin a las avanzadas tesis políticas, filosóficas y morales del nacionalismo va a requerir otros esfuerzos. Por ejemplo, habría que considerar el mangazo como delito de opinión. Los indepes tienen en su lista de represaliados, que es como una lista de mártires de caldero, a 57 investigados por el Tribunal de Cuentas. Por supuesto, están ahí por sus opiniones, concretamente por la opinión de que el dinero de todos era más bien sólo suyo. El derecho a mangar es otro derecho de los pueblos, otro derecho humano que nos descubren. Son como Mandela, pero con ganzúa, saco y soplete.

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