El independentismo está desarrollando unos mecanismos cada vez más elegantes y simples para lo suyo, como si hubiera partido de una complicada ingeniería psicosocial para terminar en la aguja de coser. Por ejemplo, si la Generalitat, tan elegante y como francesa (los indepes se creen franceses), se avala a sí misma con dinero público ante cualquier caso de posible mangazo o sisa de lo público, se acaba el problema de mangar o sisar de lo público. Parece el nudo Windsor de la malversación, el nudo marinero pero finísimo de la malversación, pero es más como la simplísima cinta de Möbius: apenas con un giro de muñeca o de papel, la malversación entraría en un bucle infinito de avales y contraavales y ahí se perdería. Nos empeñamos en complicar las cosas pero son muy sencillas. ¿Quieres una república? La proclamas con un chupinazo. ¿Necesitas dinero para lo tuyo? Lo coges del de todos y si te lo reclaman vuelves a cogerlo del mismo sitio. Sencillo como una noria de burro.
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