El Gobierno contra Madrid, o el malasañismo como jotero de Ayuso contra el Pardo de Sánchez (la Moncloa de Sánchez es en realidad su Pardo, con curas de cebo y jefes del movimiento con hechuritas copiadas de su caudillo). Ya conocíamos la batalla, desigual y españolísima: Sánchez con sus banderas de alabardero pinchando a Ayuso en aquel encuentro en Sol que pareció un tango con cuchillos, o la presidenta cruzando todo el telediario como toda la calle de Alcalá para soltarle un sopapo internacional al presidente igual que una cerillera a un condesito inglés fresco. Pero ya se las tienen por Twitter, ya no hay guerra de castillos ni de borrones de Goya, del Madrid del Puente de los Franceses contra el Madrid de la Fuente del Berro, o el que sea, que hay muchos Madriles. Ahora, un ministro y un consejero autonómico se enganchan por Twitter y todo parece algo de Alvise, que no sé quién es pero veo que sale mucho por ahí despeinado de chismes, como James Rhodes sale despeinado de Beethoven.

Sánchez y Ayuso, aunque no siempre, aún son capaces de hacer óperas o zarzuelas enteras para matarse o vengarse. Pero no es fácil preparar un lecho para Sansón o un mantón de manila o un puñal salomónico de cuatro horas, o de medio telediario al menos, para eso. Además, Sánchez y Ayuso son divos, gente que va por la política como con la fanfarria de los Gonzaga por delante. No, en este caso se trata de políticos de barrio o de ministros de ministerio maría que tienen que ir pescando en internet como si fueran youtubers o periodistas de la zona profunda del periodismo, que es como la zona profunda de la TDT, llena de videntes enredados en cortinas de ducha y de cides de mesón conservados en orza.

José Luis Escrivá, ministro de Inclusión que uno ve algo excluido, que tiene uno de esos ministerios voluntariosos y tiesos, todo cartón y gomilla, no puede ir presumiendo de su IMV, o sea el ingreso mínimo vital, pero puede dar caña por Twitter. Lo del IMV tiene siglas de ovni porque no sé si alguien ha llegado a ver alguno de estos ingresos de verdad, en dinero, no un plato de plástico volando por la ventana de un ministerio. Pero sí puede zaherir en Twitter, que no quita pobres pero les va dando moral. Por su parte, Enrique Ossorio, consejero de educación madrileño, se encarga de un ramo de los que dan pocas alegrías y muchos disgustos, como les pasa a los maestros de esta época. Yo diría que Ossorio debe de estar siempre a la defensiva, un poco siempre escocido preventivamente, como el maestro está escamado preventivamente. Un tieso, un escocido y Twitter no podían terminar sino en encontronazo, un encontronazo multinivel digna de la España multinivel.

El IMV no ha llegado todavía a las casas, pero de momento ya ha hecho que la derecha tenga 75 millones más para oprimir, o sea que tengan 75 millones más de fascismo"

Ossorio, escocido, o su equipo, con un gran pósit rosa que recuerda ese escozor a los becarios, no tuvo más remedio que escocerse ante un tuitero random. El tuit era puro Dickens, que es lo que debe de ser la educación en el Madrid de Ayuso, algo entre tren de la bruja y Annie. El tuit tenía niños muriéndose de hambre, tenía peroles calientes o aguados de los que la crueldad de la derecha los apartaba, y tenía a Ayuso riéndose con mella por excluir de las becas de comedor a las familias que reciban el IMV (en la tercera fase, supongo). Ossorio, o su equipo, al que le saltaría la alerta de escocedura sonando como en un submarino, se vio en la obligación de desdecir al tuitero random de 300 seguidores: ellos quisieran incluirlos, pero no pueden porque el Gobierno no les ha pasado aún el listado de los beneficiarios.

Che mai sarà, decían en la ópera italiana ante este tipo de conflictos en torbellino. El ministro tieso, el que cuenta avistamientos en vez de pasta, quizá no tenga dinero pero sí los listados, que según él se envían puntualmente a las autonomías, y adjuntaba hasta pantallazos, como todo buen tuitero previsor del zasca. Sí, no sabemos si esos listados son efectivos ni si el IMV llegará alguna vez a todos los que deberían, pero ante la previsión de tantos niños tomando sopa de calcetín en sus casas por culpa de Ayuso eso es irrelevante. La pelotera tuitera siguió después en canales ya más oficiales, como la rueda de prensa donde el ministro ha dicho que Madrid “se ha ahorrado 75 millones de euros con el IMV”. El IMV no ha llegado todavía a las casas, pero de momento ya ha hecho que la derecha tenga 75 millones más para oprimir, o sea que tengan 75 millones más de fascismo. Yo creo que el objetivo del ministerio se ha cumplido, aunque los chiquillos sigan comiendo sopa de calcetín en su casa o en el colegio.

Los políticos ya no se hablan por los parlamentos, ni por los telediarios, ni por los periódicos, sino por Twitter y en el lenguaje terraplanista de Twitter"

Los políticos ya no se hablan por los parlamentos, ni por los telediarios, ni por los periódicos, sino por Twitter y en el lenguaje terraplanista de Twitter. Uno no sabe dónde están esos listados ni dónde está ese ingreso mínimo vital que a lo mejor se merece aquello que cantaba don Alfonso en Così fan tutte sobre el ave Fénix (o la fidelidad femenina): “Existe, todos lo dicen. ¿Dónde está? Nadie lo sabe”. Pero no hace falta una ópera, sólo cierta seriedad en la gobernanza de lo público y en sus cauces de comunicación para denunciarlo o para aclararlo. Bastante macarreo hay ya en Twitter con Vox y con Podemos, haciendo una cosa siempre paleta como de pressing catch o de monster trucks.

El Gobierno contra Madrid, esa pelea como de Napoleón con gorrito de papel contra una manola en carreta. En realidad la pelea se la buscó Sánchez y ha terminado consagrando a una diva con caracolillo de berberechos. La pelea ha tenido momentos bellos y sangrientos, pero va mal para Sánchez y su Pardo de uniformes pardos. Ayuso gana, a pesar de consejeros escocidos y de la pizza con cocacola, y Sánchez sólo tiene estafas multinivel y un pijama de Superman entre la ñoñería y el porno. Habrá que poner a los ministros a darle al Twitter, que es donde se pesca al tonto y al macarra. Seguro que todos los que quieren seriedad y parlamentarismo siguen todavía con el avatar de huevo, ya ven.

El Gobierno contra Madrid, o el malasañismo como jotero de Ayuso contra el Pardo de Sánchez (la Moncloa de Sánchez es en realidad su Pardo, con curas de cebo y jefes del movimiento con hechuritas copiadas de su caudillo). Ya conocíamos la batalla, desigual y españolísima: Sánchez con sus banderas de alabardero pinchando a Ayuso en aquel encuentro en Sol que pareció un tango con cuchillos, o la presidenta cruzando todo el telediario como toda la calle de Alcalá para soltarle un sopapo internacional al presidente igual que una cerillera a un condesito inglés fresco. Pero ya se las tienen por Twitter, ya no hay guerra de castillos ni de borrones de Goya, del Madrid del Puente de los Franceses contra el Madrid de la Fuente del Berro, o el que sea, que hay muchos Madriles. Ahora, un ministro y un consejero autonómico se enganchan por Twitter y todo parece algo de Alvise, que no sé quién es pero veo que sale mucho por ahí despeinado de chismes, como James Rhodes sale despeinado de Beethoven.

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