El bombero torero, vestido más de romano que de bombero o de torero, era o es la cabriola del pasado que no quieren por cabriola y por pasado, como un señor con velocípedo o un forzudo con pijama, que no necesitan más razón para la censura que la pinta de anuncio de friegas o crecepelos que evoca.

Contenido Exclusivo para suscriptores

Para poder acceder a este y otros contenidos debes de ser suscriptor.

¿Ya estás suscrito? Identifícate aquí