La historia se repite en la política española. Desde las famosas filtraciones de una conversación telefónica del ya fallecido exnúmero tres del PSOE de la época ‘felipista’, José María ‘Txiqui’ Benegas con un conocido empresario español de los ochenta, Germán Álvarez Blanco, a las innumerables entregas de miles de horas grabadas por el ínclito Villarejo, ha corrido ya mucha agua bajo los puentes y han transcurrido varias décadas en las que, sorprendentemente, nuestros representantes públicos parecen no haber aprendido nada. Por ejemplo, que el juego sucio en política no es rentable; no lo es ni ética ni electoralmente porque al final, antes o después, se acaba pescando al culpable… y no lo es porque, a la gente, sobre todo en épocas de crisis, el hecho de que sus políticos se dediquen a ‘jugar a los espías’ en vez de resolver los problemas de su país, de su comunidad o de su ayuntamiento, les suele crispar bastante. No es una mala praxis que se da solo en España, claro está, pero en los últimos años en nuestro país hemos vivido una escalada algo lamentable y muy preocupante de estos maquiavélicos trapicheos.

La historia comienza el pasado martes, cuando la Cadena SER difunde un audio del mes de julio en el que, en una reunión interna de Ciudadanos, se escucha la voz del vicepresidente ‘naranja’ de la Junta de Andalucía, Juan Marín, preguntarse en voz alta ante sus diputados: ‘¿En año electoral nos podemos permitir presentar un presupuesto con recortes? Yo creo que no. Es estúpido’, decía a la vez que añadía ‘necesitamos vender estirón’.

Podría haber gentes en el interior del PSOE andaluz poco interesadas en unos presupuestos ‘a la alemana’, pactados al alimón con el PP y Ciudadanos

Políticamente, la reflexión no puede ser más de ‘cajón’. La interpretación, obviamente, iba dirigida a que el presidente Juanma Moreno estaría barajando seriamente la posibilidad de adelantar los comicios andaluces, lo que durante aquel tórrido mes ya era un secreto a voces. El problema era que, al tiempo, Marín, defendía en público que unos Presupuestos eran absolutamente necesarios para un año de recuperación y que había que presentarlos, aunque fuera para que la oposición en bloque ‘se retratara’ y los rechazara. No digo yo que sea lo más edificante comprobar que los políticos dicen cosas distintas en público y en privado, pero que tire la primera piedra el cargo público, cualquiera, que no haya incurrido alguna vez en esta práctica.

El resultado inmediato de esta filtración ha sido demoledor: la petición fulminante de la dimisión de Juan Marín por parte de la oposición, lo cual es casi de manual, y la ruptura categórica de las negociaciones que Juanma Moreno mantenía, tanto con el PSOE como con Vox, de cara a aprobar esos Presupuestos. Una ley presupuestaria que se estaba negociando porque, a pesar de los referidos e insistentes rumores acerca de un adelanto electoral, no había ninguna comunicación oficial sobre el mismo. 

En realidad, Juan Marín no afirmaba nada extraordinario; ¿Que en año electoral es una estupidez aprobar unos nuevos Presupuestos? ¡Pues claro! Es evidente que nos encontramos frente a ‘mercancía averiada’, de la más burda manufactura pseudopolítica, dirigida a torpedear la acción de gobierno -y una negociación presupuestaria lo es- que capitanea por derecho propio el actual inquilino del Palacio de San Telmo. 

No tengo nada claro, a estas alturas de la ‘película’, a quién beneficia todo este feo asunto. ¿Quién quería torpedear las negociaciones? ¿La cúpula de Génova, como se ha escrito? Podría ser una teoría verosímil pero no necesariamente probable. El viernes, algunos digitales recogían como un presunto ‘desafío’ de la Dirección Nacional del PP a Juanma Moreno la decisión de enviar a Fran Hervías al Congreso del PP andaluz. La cuestión es que a Pablo Casado y a Teodoro García Egea les hubiera gustado, eso se dice, una respuesta más contundente del presidente de la Junta defendiendo a su partido ante las primeras acusaciones de Marín señalando a Egea como responsable de las filtraciones. Muchos populares se han sentido, en privado, ‘humillados’. ¿Va Hervías de policía al Congreso de Granada a ‘vigilar’ o a ‘monitorizar’ a Juanma Moreno y a los suyos? Es mucho suponer. 

Otras informaciones, como las recogidas en este mismo medio, van más lejos y apuntan abiertamente a una petición desde Génova hacia el presidente andaluz para que prescinda de Marín. No es ningún secreto para nadie que Juan Marín y Fran Hervías, desde las primeras épocas de Ciudadanos, mantienen una relación personal poco amistosa.

Desde luego, si yo tuviera confirmados de forma absoluta todos estos ‘dimes y diretes’, estaría más cerca de poder elaborar una teoría verosímil sobre quién es el responsable intelectual de la filtración. Del responsable material tengo menos dudas; como ha apuntado el propio vicepresidente de la Junta, uno de los asistentes a una conversación que era estrictamente privada y que, con algún oscuro interés ha grabado y filtrado, la intervención y las opiniones -caducadas de fecha, insisto- de Juan Marín. 

Podría haber, de igual forma, gentes en el interior del PSOE andaluz poco interesadas en unos presupuestos ‘a la alemana’, pactados al alimón con el PP y Ciudadanos con el único fin de excluir a Vox. Tengo para mí que, aunque solo fuera por evitar la incomodidad de tener que explicar a sus votantes un entendimiento con su tradicional enemigo durante casi 40 años, el PP, no puede haber nadie en el socialismo andaluz, ni madrileño, tan estúpido. Descartemos a Vox porque en este asunto, como en otros, no tiene más importancia ni relevancia que la que ellos mismos se conceden. El destino de Vox es amagar una y otra vez con la ruptura para, al final, transitar por la senda trazada por quien tiene el poder, que es quien tiene la mayor capacidad de ser el menos desgastado por este tipo de maniobras subterráneas. Me consuela, eso sí, saber que no soy el único que no tiene clara quien es la ‘X’ de esta oscura ecuación.

Lo relevante de todo este endiablado asunto es que, a pesar del tiempo que está consumiendo en los medios de comunicación, la aprobación o no de un Presupuesto para 2022 no condiciona en absoluto un hipotético adelanto electoral. El Ejecutivo andaluz es lo suficientemente estable para poder permitirse el lujo de aguantar la actual legislatura o acortarla, en función de la estrategia que más convenga y que, como se sabe, es potestativa -al igual que en cualquier otro gobierno del mundo- únicamente de su presidente. Una cuestión de fondo no desdeñable es si a la cúpula de Génova 13 le apetece mucho, poco o nada, el adelanto electoral en Andalucía, contrariando la opinión del responsable de su convocatoria, es decir, de Juanma Moreno. Al final, mucho me temo, que no les quedará otra, a todos, que negociar esa fecha. Pero no creo que los andaluces estén demasiado contentos con estas peleas florentinas de sus dirigentes y de sus direcciones políticas en Madrid. 

¡Menos intrigas y más trabajar por el bien de la ciudadanía!

La historia se repite en la política española. Desde las famosas filtraciones de una conversación telefónica del ya fallecido exnúmero tres del PSOE de la época ‘felipista’, José María ‘Txiqui’ Benegas con un conocido empresario español de los ochenta, Germán Álvarez Blanco, a las innumerables entregas de miles de horas grabadas por el ínclito Villarejo, ha corrido ya mucha agua bajo los puentes y han transcurrido varias décadas en las que, sorprendentemente, nuestros representantes públicos parecen no haber aprendido nada. Por ejemplo, que el juego sucio en política no es rentable; no lo es ni ética ni electoralmente porque al final, antes o después, se acaba pescando al culpable… y no lo es porque, a la gente, sobre todo en épocas de crisis, el hecho de que sus políticos se dediquen a ‘jugar a los espías’ en vez de resolver los problemas de su país, de su comunidad o de su ayuntamiento, les suele crispar bastante. No es una mala praxis que se da solo en España, claro está, pero en los últimos años en nuestro país hemos vivido una escalada algo lamentable y muy preocupante de estos maquiavélicos trapicheos.

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