Todos los propósitos del año del españolito se resumen en uno: ganar las encuestas, salir siquiera en las encuestas. A lo mejor hay algún raro preocupado por la inflación, por la economía, por el ómicron con su nombre de utilitario feo, de primo del Twingo, pero la mayoría sólo atendemos a las encuestas. Cómo moverá las encuestas Mañueco, que uno diría que viene como un Ayuso románico que no funciona como Ayuso; o Moreno Bonilla, que parece que sólo se presenta a la reelección de delegado de clase, más aplicadito que brillante. Cómo queden las Cortes de Castilla y León, de “tedio y plateresco” umbralianos, o el parlamento andaluz, aún lleno de fantasmas socialistas emparedados, no importa tanto como el temblor nacional que generen. El PSOE cae, la derecha sube, el populismo no termina de morir, Sánchez ya sólo parece que presenta las campanadas, Casado ya sólo parece el triste viudo de sí mismo, y queremos saber cómo va a terminar esto.
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