No deja de ser curioso ver cómo políticos de los partidos lideres de ambos bandos recelan, desdeñan e incluso descalifican la posibilidad de que, para formar gobiernos estables, se lleguen a acuerdos con los partidos emergentes mas escorados a derecha e izquierda de los pretendidos centro izquierdistas o centro derechistas. 

No hay ejercicio más hipócrita ni más antidemocrático que desdeñar o arrinconar a partidos, legales en España, democráticos (de otra manera no estarían autorizados) y con soportes populares expresados mediante el voto con porcentajes nada desdeñables. Y me refiero a ambos extremos.  No es así sin embargo cuando los acuerdos se establecen con partidos muy minoritarios que no aúnan ni siquiera un cinco por ciento de los votos a nivel nacional y que son aupados por una obsoleta ley electoral para ser las verdaderas bisagras de la gobernabilidad, aunque apoyen o acepten ideas nada democráticas como el independentismo o el terrorismo. 

Yo creo que, a casi todos los españoles, nos ha quedado muy claro que lo que han votado y propuesto los ciudadanos de Castilla y León es que (ante la imposibilidad de diálogo entre partidos de centro) haya un acuerdo entre PP y Vox, que es lo menos malo y próximo ideológicamente. Si, lo mas próximo. 

Algún lector ya se habrá echado las manos a la cabeza, víctima de la manipulación constante en que vivimos al leer que Vox y PP están cercanos al pensar en el temido anti europeísmo de Vox, su desdén hacia las autonomías o el rechazo a las leyes de genero, tres machacones mantras con que la manipulación intenta crear una insalvable brecha en la derecha española que la propia derecha ha asumido. 

Pensar en lo que nos separa solamente, es no saber jugar este nuevo juego multipartidista

Sin embargo, un mero vistazo a los programas permite con facilidad ver que el bloque de la derecha comparte los propósitos de bajar impuestos, simplificar la administración publica, luchar contra el clientelismo provocado por un estado subvencionador. Ambos apuestan por reducir el gasto publico, reducir el déficit, rebajar la deuda pública, defienden la integridad de España y el modelo de Monarquía Parlamentaria.  Toda la derecha me atrevería a decir cree en la iniciativa privada como motor de la economía y apuesta por un Estado mas pequeño, defiende la propiedad privada y cree en la libre competencia en un mercado único e integrado.  ¿Cree el lector todos estos elementos de escasa relevancia comparados con los que les separan? ¿Hace esto al PP más cercano al PSOE, Podemos o a Soria Ya que a Vox? 

Pensar en lo que nos separa solamente, es no saber jugar este nuevo juego multipartidista y quedarse anclado en el ya utópico bipartidismo que PP y PSOE se han encargado de destruir por su incapacidad de dialogar entre ellos. Siéntense a hablar y verán que rápido se solucionan los problemas. Porque PP y PSOE también se han aplicado la máxima de que ahondando en lo que les diferencia se aumenta la brecha y simplifica su juego en lugar de colaborar en lo que les une que también es mucho. 

Mientras, no quedará otra que pactar a un lado y a otro. Pactar, eso sí, entorno a lo que les une, dejando fuera de los pactos lo que les separa, es decir, fijando unas claras líneas rojas a planteamientos populistas. Eso ya lo harán cuando, como tanto ansían, gobiernen en solitario, si lo consiguen y se atreven. De todos es sabido que los partidos venden ideales y consignas de cosas que saben perfectamente que es imposible conseguir democráticamente hoy: desmantelar las autonomías, acabar con la monarquía, intervenir la banca, ahonda en la independencia de los territorios, incautar el patrimonio de los ricos o salirse de Europa entro otras lindezas que surgen en uno y otro lado del espectro político. Afortunadamente la pertenencia a la Unión Europea y las mayorías ultra reforzadas fijadas por la Constitución no lo hacen posible sin acuerdos transversales que incluyan a los partidos de centro.

Perdámosle el miedo, por tanto, a los apocalipsis dibujados por políticos de uno y otro lado. Son posibles muchos acuerdos estables y de gobernabilidad entorno a lo común y con unas claras lineas rojas a las posiciones populistas y grandísimo el impacto que en la economía y la sociedad pueden tener sin necesidad de focalizar  exclusivamente los que les separa. Por otro lado, estos pactos basados en “lo común” ofrecen una escusa impecable a aquellos que proponen lo inalcanzable (sabiendo que es imposible) para admitir que la necesidad de esos acuerdos de gobernabilidad les impide priorizar las aspiraciones que les separan y quedar bien con sus electorados. 

Este modelo de pacto, ya ensayado muy torpemente por Sánchez en su gobierno 'Frankenstein' al no insistir en lo común con sus aliados (si es que hay algo) sino en concederles una pedrea de caprichos y excentricidades que les mantengan cayados creando no uno sino varios gobiernos en uno, permite al ciudadano también “retratar”  a todos los participantes en sus iniciativas, aptitudes y actitudes e intereses mientras se dedican a la labor de Gobierno. 

Esta exposición al ciudadano cuando toca pasar de las musas al teatro le va a costar sin duda alguna a partidos como Podemos (ya lo están viendo) un importante susto si no la vuelta a la irrelevancia porque cuando pasas al teatro de la acción de gobierno es cuando, de verdad, los ciudadanos pueden juzgar, valorar y sentir en su propia vida y en sus bolsillos el resultado de lo soñado por estos partidos. En muchos casos, la inacción, los errores continuos, el foco en lo irrelevante e intrascendente y, en definitiva, un darse de bruces con la realidad, es todo lo que sale en ese retrato de gobierno. 

Nosotros les trajimos con nuestros votos y nosotros les echaremos con los mismos votos

Es una suerte de sarampión que en nuestra democracia tenemos que pasar. Nosotros les trajimos con nuestros votos y nosotros les echaremos con los mismos votos si no cumplen o nos defraudan de manera importante. Pasemos pues el sarampión cuanto antes. La izquierda ya lo esta pasando y aunque sea paradójico, en centro izquierda se verá beneficiado pues muchos votantes de izquierda al grito de “nunca mas” están retirando su apoyo a la extrema izquierda.

Es hora de saber si ocurrirá lo mismo en la derecha y este sarampión consolidará a la extrema derecha. De hacerlo, lo será porque su talante, sus acciones y propuestas, sus acuerdos y decisiones de gobierno habrán resultado útiles y efectivas para bien de los españoles a los ojos de los votantes. 

De no ser así, el sarampión se les llevara por delante porque los votantes de derecha concluirán que “para ese viaje no hacían falta alforjas”.

Volveremos quizá al bipartidismo y entonces, quizá, la lección del sarampión sea que por fin, derecha e izquierda deban colaborar y trabajar juntas en lo que les une. O no, pero en cualquier caso las fuerzas emergentes habrán madurado en realismo. Este sarampión, hay que pasarlo, cuanto antes, mejor.  

No deja de ser curioso ver cómo políticos de los partidos lideres de ambos bandos recelan, desdeñan e incluso descalifican la posibilidad de que, para formar gobiernos estables, se lleguen a acuerdos con los partidos emergentes mas escorados a derecha e izquierda de los pretendidos centro izquierdistas o centro derechistas. 

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