Feijóo ya es presidente del PP, o más padre que presidente, que ya saben que él ha traído la adultez al partido como si trajera el tabaco y el Interviú. Pero también Rajoy era adulto, incluso era su único mérito, un mérito que demostraba comiendo caramelos de abuelo en el Congreso y hablando con refranes y sentencias de barbero, y ya ven cómo resultó aquello. Política para adultos se llama el libro de memorias o humores de Rajoy, ese Rajoy que, como un adulto, se fue a la güisquería dejando a Soraya con su gran bolso de folclórica para sustituirlo en la moción de censura. Cosas de la política adulta. Más cosas de la política adulta: para distanciarse de Vox, Feijóo les dedicó un “dejemos de repartir carnés, de ser más español que nadie”. Antes había dicho esto: “Cómo no voy a querer a los vascos, si tengo un hijo con el 25% como mínimo de su genética vasca”. Sí, ese sinsentido de repartir carnés cuando la nación es cosa genética, científicamente cuantificable. Esto debe de ser la adultez y, claro, la moderación.

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