Moreno Bonilla se ha reencontrado con su vaca como si fuera Heidi o algo así, que ahora no recuerdo si Heidi tenía vaca. Pero la vaca de Moreno Bonilla no es una vaca poni ni una vaca de peluche ni una vaca de vaquero, es una vaca oráculo, una vaca santa, una vaca gurú, una vaca como el dios elefante hindú, y que el presidente andaluz cree que le da buena suerte. En la campaña de 2018 el encuentro y la conversación con la vaca fueron casuales, como el encuentro de un pastor con un ángel, pero esta vez ha ido a buscarla, allí al santuario de la vaca (el milagro de Moreno convirtió a la vaca en milagrosa), a la montaña china donde vive la vaca, al manantial de sabiduría ignorante de sus ojos de tristeza y moscas. Moreno Bonilla va a que la vaca lo bendiga o lo adopte con un lametón, que así lo que parece él es un ternerito, o va a que lo ilumine con la indiferencia de los sabios. Parece una tontería de después de muchos quesos y pacharanes, pero aún puede ser peor, porque Juan Espadas hasta le ha puesto voz a la vaca como a una marioneta de calcetín.
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