A Nueva York se va siempre de cateto, que me suena que esto ya lo he dicho yo alguna otra vez que alguien se fue a Nueva York con chistera de ir a Nueva York. Creo que la última fue Ayuso, que iba como a hacer de rubia morena de King Kong (Ayuso, ahora que caigo, no sólo es la novia de Chaplin sino seguramente también la novia de King Kong). Mucho antes vimos a Pedro Sánchez haciendo de Men in black con pistola de caramelo o algo así, esa cosa entre infantil y marciana que tiene nuestro presidente. Ahora han ido Irene Montero, Isa Serra y dos asesoras suyas, que se han presentado en Times Square en pijama, como voladas del balcón de Peter Pan. Y es que uno no se va a Nueva York para comerse Nueva York, sino para salir en su americanada particular, y tampoco se va para que se entere Nueva York, que no se entera, sino para que se enteren en su pueblo. Si eres político, lo importante no es que te hayas ido a Nueva York o a Cancún, sino lo que te traigas de allí. Lo que pasa es que la ministra Montero parece que vuelve con un gran dedo de gomaespuma con una rosquilla ensartada.
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