En las monarquías parlamentarias, la opinión que tienen los ciudadanos de los jefes de Estado cuenta doblemente: no solamente por la figura pública e institucional que desempeñan, sino porque las bases de su legitimidad no se renuevan periódicamente por parte del cuerpo electoral – como sucede con los Parlamentos, por ejemplo-, puesto que el mecanismo de renovación viene mediante la sucesión. En otras palabras, la buena salud de estos sistemas dependen precisamente, de la existencia de este apoyo muy amplio entre los ciudadanos y que se refleje de forma transversal entre generaciones, segmentos ideológicos y grupos sociales.

Sin lugar a dudas, el Reino Unido tiene asentada la monarquía como una institución fundamental de su vida política, especialmente desde la Revolución Gloriosa a finales del siglo XVII y la consolidación de un sistema de libertades civiles y políticas que se fue construyendo a través de la aceptación por parte del monarca, de una reducción de su poder político, a favor del Parlamento y el Gabinete.

El reciente fallecimiento de la Reina Isabel II, la soberana más longeva en la historia británica, sin duda marcará el fin de una época, donde el Reino Unido ha vivido grandes transformaciones políticas y sociales. A pesar de los cambios, el papel de Isabel II durante estos 70 años ha sido profundamente positivo en términos de opinión pública: si atendemos a los datos de una encuesta de YouGov en mayo de 2022, la popularidad de la soberana ha sido asombrosamente alta, puesto que un 81% de los británicos manifestaba tener una imagen positiva de la labor de Isabel II: un apoyo transversal entre los partidos (con un 96% entre votantes conservadores y un 74% entre laboristas) y generacional (incluso un 60% de jóvenes entre 18 y 24 años piensa lo mismo). Solamente un 12% de los británicos mantenía una visión negativa de su figura. 

Partiendo de este punto, cabe preguntarnos si el nuevo rey, su hijo Carlos, podrá igualar a su madre. Según la misma encuesta que acabamos de mostrar, observamos que este apoyo se debilita si se pregunta respecto a la figura del nuevo monarca: solamente un 56% de los británicos tiene una opinión positiva sobre él, mientras que un significativo 37% la tiene negativa. Incluso entre los grupos de menor edad, predominan las opiniones negativas sobre las positivas (47% a 20%).

Este hecho constrasta mucho con la imagen del nuevo heredero de la Corona Británica, el príncipe Guillermo, cuya imagen pública está en la línea de la que disfrutaba Isabel II, con un 77% de opiniones positivas.

Es probable que la ciudadanía manifieste actitudes positivas hacia las instituciones en un momento de crisis"

También debemos interpretar estos datos con cautela, ya que es probable que se produzca un notable rallying-effect, es decir, que la ciudadanía manifieste actitudes positivas hacia las instituciones en un momento de crisis (como es la muerte de la popular Reina) y por lo tanto, aprovechando el clima de unidad política y social, la popularidad de Carlos remonte fuertemente. En relación a esta idea, una encuesta de Ipsos en 2022 parece consolidar esta idea, al mostrar que un 49% de británicos pensaba que Carlos sería un buen monarca llegado el momento, frente a un 20% que creía que lo haría mal. 

En definitiva, es razonable creer que Carlos comenzará con buen pie su reinado. La monarquía en el país goza de una reputación alta y el país tampoco ha vivido periodos de su historia contemporánea sin esta figura. Otra hipótesis que algunos tienen en mente sería la de una hipotética abdicación hacia su hijo Guillermo – movimiento parecido al de Juan Carlos en 2014 a favor del Rey Felipe-, pero parece remota, especialmente teniendo en cuenta que lo haría al poco tiempo de haber comenzado su reinado y con el trauma que generó la abdicación de Eduardo VIII en 1936 para poder contraer matrimonio con una norteamericana divorciada, Wallis Simpson,  lo que causó un gran escándalo en un momento donde muchas monarquías europeas se habían desmoronado. 


Tian Baena es politólogo.