En el PSOE se han precipitado. Han hablado del posible indulto a José Antonio Griñán mucho antes de que la sentencia se hubiera hecho pública.

Bastó con que el Tribunal Supremo ratificara las condenas a Chaves y a Griñán, que habían recurrido la sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla para que gente muy principal del Partido Socialista empezara a hablar ya de indultar a Griñán toda vez que es el único de los condenados a penas de prisión por el caso de los ERE que ha planteado la posibilidad de pedir un indulto. Los demás condenados no han planteado todavía nada y no se sabe si están esperando a ver qué pasa con la medida de gracia a Griñán.

Pero el problema para el Gobierno, en concreto para el presidente del Gobierno, es que no es lo mismo indultar a una persona por razones de justicia, equidad o conveniencia pública para otorgarle la gracia, que es lo que dice la ley del indulto de 1870, que hacerlo por razones políticas.

Y en eso se han equivocado todos los que desde el primer momento intentaron excluir a Griñán del resto de los condenados a penas de prisión por el mismo motivo. ¿Se trata, entonces, de que el PSOE indulta a uno de los suyos porque ha sido presidente de la Junta y presidente del PSOE independientemente de las consideraciones, que por entonces todavía no eran conocidas, de la sentencia del Tribunal Supremo? 

Los demás condenados no han planteado todavía nada y no se sabe si están esperando a ver qué pasa con la medida de gracia a Griñán

Esta ha sido la clave de su error, que el sentir de muchos socialistas consideran que de ninguna manera se puede indultar a uno de los suyos por un delito de corrupción, que es exactamente por lo que ha sido condenado Griñán.  

Lo dice el Tribunal Supremo y lo dice la Audiencia Provincial: se diseñó un esquema que lo que buscaba era eludir precisamente los controles de la Intervención para así poder disponer con total libertad de los muchos millones de euros, tantos como casi 700, libres de control alguno.

Y precisamente a Griñán se le condena a prisión porque en su calidad de consejero de Economía y Hacienda mantuvo esos esquemas elusivos sin intervenir para impedir que se perpetuara en el tiempo semejante práctica. El hecho de que no se llevara un sólo euro de los defraudados no le quita ni un ápice al delito de corrupción cometido. 

Pero eso es lo que ha venido diciendo el PSOE desde el minuto uno. Y, aunque el voto particular de las dos magistradas sea discrepante, la sentencia es la que es. Los votos particulares se producen con una gran frecuencia, sin que sirvan para otra cosa que para fundamentar un posible recurso.

Y, claro, ahora se encuentran con la papeleta de esa imagen tremenda del "PSOE indultando a uno de los suyos" 

Por lo tanto, tiene muy difícil el presidente del Gobierno echar un manto de impunidad sobre esas prácticas que incluyen a Griñán lo mismo que a todos los demás condenados a penas de cárcel.

Si no hubieran planteado ese indulto como una cuestión política y le hubieran quitado toda la pátina de “es uno de los nuestros” ahora tendría mucho más fácil apelar a las razones de equidad, justicia o conveniencia pública. 

Porque José Antonio Griñán tiene 76 años y sólo con ese dato podría valer para considerar la posibilidad de indultarle. Ahí tenemos a Jordi Pujol que no va a ir a la cárcel nunca, se termine o no se termine el procedimiento en el que está encausado y que se ha ido alargando hasta la eternidad. El juez ya ha mandado el caso a juicio, pero Pujol se va a librar de él con toda seguridad. 

Es lo mismo que dijo Juan Espadas cuando fue preguntado al respecto: recordó  los términos del código ético del PSOE con respecto a los delitos de corrupción y dijo que debía circunscribirse dicha petición al ámbito de “su defensa y su familia”. Y se organizó la mundial en el PSOE, pero Espadas tenía razón.

El problema añadido es que el indulto a Griñán va a coincidir con un tiempo electoral que puede hacerle mucho daño al partido si se instala en el ánimo de los votantes que el presidente del Gobierno indulta a los suyos y desautoriza así las sentencias de los tribunales. 

Dado que ya lo hizo cuando indultó contra el criterio del tribunal sentenciador, que era el Supremo, a los líderes del proceso independentista organizado en Cataluña, y forzó brutalmente todos los argumentos posibles en pro de un acercamiento con ERC que necesitaba para sacar adelante sus leyes, una segunda versión en la persona de Griñan sería mortal para sus aspiraciones de ganar las elecciones municipales y autonómicas. 

En ese sentido tiene mucha mejor factura el indulto que pide el abogado de Griñán en nombre de la familia porque no roza ni siquiera la cuestión política. Son razones humanas las que llevan a la familia a pedir una medida de gracia.

Ahora todo depende de que la Audiencia de Sevilla pida la inmediata ejecución de la sentencia o espere a que el abogado de Griñán presente todos los recursos que tiene previstos. Pero eso no depende más que del criterio de los jueces.

La familia está muy puesta en razón a la hora de pedir el indulto por razones humanas. Pero el presidente lo tiene ya muy difícil porque se han precipitado y ahora es ya muy complicado salir de esa trampa.