Pocos podían anticipar hace apenas unos años los cambios que están aconteciendo en los mercados energéticos. Las necesidades de descarbonización para frenar el cambio climático, unidas a una situación geopolítica compleja por las tensiones entre Rusia y OTAN, han creado una tormenta perfecta que apunta a una transformación de magnitudes históricas.  En este escenario, los países deben prepararse para afrontar estos cambios de manera adecuada. No sólo para evitar los riesgos que implican cambios estructurales tan importantes, sino, sobre todo, para saber aprovechar las oportunidades futuras que se van a generar.

La IA es el mayor catalizador de oportunidades en el sector energético y cuenta con innumerables aplicaciones

La complejidad de todos los retos y problemas que tiene el sector se pueden reducir a una misma raíz: el desequilibrio entre la oferta y la demanda. Mientras que las economías en crecimiento necesitan cada vez más energía, la aleatoriedad de las energías renovables, o eventos como el cierre del gasoducto Nord Stream, hacen que la producción sea cada vez más volátil. 

La buena noticia es que a día de hoy existen tecnologías que pueden hacer frente a esta situación. La instalación de paneles solares en hogares y empresas crece a un ritmo vertiginoso y puede ayudar a tener menos dependencia exterior. A nivel mundial, se espera que en 2025 la energía generada por prosumidores exceda el 50% de la producida por las utilities. También la disponibilidad de baterías, que permiten almacenar energía en los momentos de excedente energético y utilizarla en los de escasez, puede ayudar a estabilizar el lado de la oferta. Los analistas trabajan bajo la premisa de que en 2025 se podrá almacenar hasta un 20% de la capacidad global instalada

Gestionar la creciente complejidad de la red

En este punto, el lector ya habrá visualizado que avanzamos hacia una red de energía cada vez más descentralizada y difícil de gestionar. ¿Cuándo almacenar energía en baterías y cuándo consumirla? ¿Cómo determinar cuánto se debe verter a la red desde las instalaciones de autoconsumo? Son árboles de decisión extremadamente complejos que implican cientos de variables relativas a precio, meteorología, patrones de consumo o información de la red obtenida en cientos de miles de puntos geográficamente distribuidos. Es aquí donde entra en juego la Inteligencia Artificial (IA).

Si unimos las fuerzas de los sectores público y privado, las oportunidades como país son inimaginables

Las tecnologías de IA permiten usar ordenadores para analizar millones de datos en tiempo real, correlacionar eventos a priori inconexos o aprender del pasado. En definitiva, alivia a los humanos de tomar decisiones cuando éstas implican una complejidad inmanejable. La IA es el mayor catalizador de oportunidades en el sector energético y cuenta con innumerables aplicaciones: optimizar la producción y almacenamiento, mejorar posiciones de trading en mercados de compra-venta o ahorrar consumo y mejorar la huella de carbono, entre otras.

Pero aplicar IA en un sector como el energético no está exento de retos. Las compañías deben incorporar perfiles de científicos de datos bajo el mando de un CDO (Chief Data Officer), y dotarlo de presupuesto y capacidad de ejecución dentro de su estructura. Hablamos de un cambio cultural de 180 grados para integrar el mundo informático con el industrial, de la mano de tecnologías habilitadoras como el IoT, la ciberseguridad y el Edge Computing. Y todo ello acompañado de cambios regulatorios que permitan a las empresas energéticas innovar en nuevos modelos de negocio sin riesgo de ser penalizadas. No es tarea fácil, pero si unimos las fuerzas de los sectores público y privado, las oportunidades que nos esperan como país son inimaginables.

David Purón es CEO de Barbara IoT.