Solo como hipótesis, consideremos que Cándido Conde-Pumpido no logra salir elegido presidente del Tribunal Constitucional. 

Ese, y no otro, sería el sentido de la resistencia de Maria Luisa Balaguer a retirar su candidatura a pesar de las presiones recibidas… y las que le quedan por recibir de aquí (tarde-noche del martes 10 de enero) al momento en que se produzca la votación para optar por la presidencia del tribunal de garantías constitucionales.

Es evidente, seguimos manejando hipótesis, que María Luisa Segoviano, que acaba de entrar en el TC, le ha trasladado que ella va a apoyar su candidatura frente a la de Cándido Conde-Pumpido.

Si Balaguer sale por unanimidad, Conde-Pumpido habrá sido sometido a una humillación para cuyas consecuencias no sé si están preparados para asumir los progresistas del TC

De otro modo, no tendría sentido que Maria Luisa Balaguer mantuviera su candidatura para perderla ante Cándido. Hay que recordar que ayer mismo se celebró una reunión de los llamados “progresistas” para conciliar una única candidatura a la presidencia. Y no fue posible porque Balaguer se mantuvo firme en su negativa a renunciar a presidir el tribunal de garantías.

Por lo tanto, puede que Balaguer sea la próxima presidenta del Alto Tribunal con además la unanimidad de todos los magistrados porque entre una y otro, entre Balaguer y Conde-Pumpido, los conservadores, que tienen en el TC una baja que el Senado no quiere cubrir porque el acuerdo entre el PP y el PSOE es imposible, optarán con seguridad por Balaguer. 

De tal manera que Balaguer podría manejar el argumento de que la presidencia del TC se haría por la unanimidad de todos los miembros presentes, lo cual es un caramelo no sé si lo suficientemente dulce como para que la candidatura de Conde-Pumpido sea derrotada. 

Conde-Pumpido es, en opinión de los conservadores, la correa de transmisión del Gobierno y, por lo tanto, el águila a abatir. Aunque puede que el señor Conde-Pumpido sea el que transmite al Gobierno sus puntos de vista jurídicos porque su nivel está muy pero que muy por encima de cualquier ministro o ministra y del mismísmo presidente.  

De tal manera que Conde-Pumpido se quedaría a las puertas de su tan ansiada presidencia del Alto Tribunal. Es sólo una hipótesis pero es una hipótesis con cierto fundamento habida cuenta de la negativa de Balaguer a retirar su candidatura.

¿Eso supondría un golpe al Gobierno? Evidentemente sí porque Cándido es el señalado por el dedo del presidente, aunque insisto, lo más probable es que el presidente sea el alumno del todavía magistrado del Constitucional pendiente de la presidencia.

Es, con mucho, el más inteligente y el más preparado de todos cuantos están presentes en este duelo con florete. Su problema es que se le supone hilo directo con La Moncloa y esa comunicación directísima es algo que ni María Luisa Balaguer ni María Luisa Segoviano tienen. Y lo dejan muy claro cada vez que una u otra hablan.

Esta mañana a última hora se desvelará el misterio. Si sale Conde-Pumpido Balaguer habrá hecho un pan con unas tortas, es decir, el ridículo porque para ese viaje no hacían falta tantas alforjas.

Pero si sale ella por unanimidad, que es lo que le garantiza el sector conservador -salvo el voto de Conde-Pumpido porque en esta votación el candidato puede votarse a sí mismo- él habrá sido sometido a una humillación para cuyas consecuencias no sé si están preparados para asumir los miembros del llamado sector “progresista”.

Aquí se dirime algo más que una mera presidencia, se dirime una primogenitura de la que yo no albergo la menor duda que le corresponde a Conde-Pumpido con todos los honores.