Esperemos que Ramón Tamames, que no ha cumplido aún 90 años pero que está a punto de cumplirlos -habida cuenta de que el tiempo pasa muy deprisa a ciertas edades- porque nació el 1 de noviembre de 1933, no acepte el encargo de Vox de presentar, como candidato, la moción de censura para la que el partido de Santiago Abascal no encuentra pretendientes.

Ramón Tamames es doctor en Ciencias Económicas, doctor en Derecho, economista y político y Premio Rey Jaime I de Economía. Es Premio Extraordinario en Ciencias Económicas. Tiene todos los premios que se pueden dar a una persona de su talla.

Cuando yo iba a la Universidad ya estudiábamos la Estructura Económica de España que el joven profesor entonces había editado en Alianza Editorial, pero ya había escrito decenas de artículos y libros.

Es un hombre prolífico que mantiene una lucidez que esperemos que no haya perdido ahora. Porque los de Abascal lo quieren como monigote. No han encontrado a otro y se arriman a él que, sin duda, acumula como tantos otros cientos, miles de argumentos para expulsar a Pedro Sánchez

Pero no así, no exhibiendo su sabiduría como mercancía para consumo de unos pocos que, no teniendo otra cosa que hacer, dedicarán ese día a disfrutar de un espectáculo destinado al fracaso. No debe caer en esa exhibición por más que su acreditada capacidad de análisis le empuje en la dirección demostrativa de que no está muerto sino todo lo contrario.

Ramón Tamames participó en los sucesos de febrero de 1956 y fue detenido y encarcelado con motivo de los primeros disturbios tras los cuales el régimen franquista declaró el primer estado de excepción después de la guerra.

Tras su paso por la cárcel en abril de 1956 se afilió al Partido Comunista de cuyo Comité Central y Comité Ejecutivo fue sucesivamente reelegido.

Formó parte de las llamadas fuerzas vivas de la Transición y llenó de estupor al régimen cuando apareció en la rueda de prensa que Santiago Carrillo celebraba ante un grupo de atónitos periodistas el 10 de diciembre de 1976 -ya había muerto Franco- para decir que llevaba un año viviendo clandestinamente en España.

Al lado de Carrillo aparecía un sonriente Tamames en cuya excelente imagen se apoyó en buena parte el partido para hacerse un hueco entre la opinión pública española.

Con esa trayectoria, y con la lucidez que siempre ha tenido, no puede formar parte de un espectáculo tendente exclusivamente a llenar votos del cesto de Vox

“No están los tiempos para centralismos burocráticos ni para hegemonías dogmáticas”, dijo a finales de 1980 el catedrático de Estructura Económica a propósito del PCE. Y cinco meses más tarde, en mayo de 1981, Ramón Tamames anunció su abandono del Partido Comunista, lo que supuso un auténtico aldabonazo ante la opinión pública.

Con esa trayectoria, y con la lucidez que siempre ha tenido y que esperemos que conserve, no puede formar parte de un espectáculo tendente exclusivamente a llenar de votos el cesto de Vox y a nada más. Porque si existiera una suma de partidos dispuestos a apear del poder a Pedro Sánchez al margen de las elecciones generales, tendría sentido esa moción de censura. Pero no existe esa mayoría.

Y si se presenta, para lo cual necesitan los de Santiago Abascal, una personalidad de prestigio -y aquí es donde entra él- el PP se va a abstener y la moción va a fracasar porque los votos están contados.

No cierre su trayectoria con un esperpento de esa naturaleza porque no le puede caber ninguna duda de que él va a cumplir el papel de un pelele de los de usar y tirar. Y, francamente, no hemos llegado hasta aquí para tirar por la borda en el último momento una ejecutoria impecable.  

Que se le quite de la cabeza la tentación de dar el último rugido de un león que ya no tiene dientes y que va a ser el hazmerreir del hemiciclo.