Ione Belarra ya sólo se levanta de su escaño azul, que es como una mecedora de calceta, para ir a la alcoba o a la nada. Es una viuda del Gobierno como una viuda de Ulises o de Serrat, y eso que el Gobierno asegura estar muy vivo y además ninguna de estas dos Penélopes era viuda. Ione Belarra se ha quedado en su escaño azul con tristeza de marido muerto, esa tristeza mal planchada de los viudos y viudas de Delibes (Lola Herrera y José Sacristán aún son geniales doblando o arrugando la ropa entre sus frases). O quizá la tristeza que se le ha quedado a Belarra no es de marido sino de gato muerto, esa tristeza inabarcable de las mujeres que son viudas de un gato. El caso es que a Belarra no la dejan salir en las ruedas de prensa gubernamentales, donde sólo habla ese PSOE de sonrisa de grapa, espeluznante como la de una marioneta, de Isabel Rodríguez. Así que Belarra, viuda de Gobierno y con luto de loro, se va a hacer vídeos por su cuenta, que es un consuelo desgarrador, como ponerse a ver telenovelas.

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