A falta de cerrar el acuerdo sobre la ley de amnistía porque si sale Oriol Junqueras hablando no va a salir Carles Puigdemont el mismo día -porque el odio que se tienen recíprocamente no se resuelve en un acuerdo conjunto- podemos decir que la ley de amnistía es un hecho. A salvo de una excentricidad de Puigdemont de última hora, el acuerdo está cerrado.

Pero la excentricidad es de aúpa: según cuenta aquí al lado Iva Anguera de Sojo, lo que Puigdemont pretende es que en esta ey de amnistía se incluya a la familia Pujol al completo. Es decir, que una familia que ha robado a manos llenas durante décadas y décadas, también debe estar incluida en esta ley humillante para todos nosotros pero más humillante todavía para el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez.

Y hay que decir de antemano que esta ley es un desastre porque liquida la Constitución, se carga la división de Poderes, atenta contra la igualdad de todos los españoles, arrasa con la seguridad jurídica y discrimina a las Comunidades Autónomas.

Todo eso para "hacer de la necesidad virtud" como explicó muy bien el propio presidente en funciones este sábado ante su Comité Federal, explicación que mezcló con el interés de España, que maldito el interés que tiene nuestro país en amnistiar a unos delincuentes y además perdonarles 15.000 millones de euros del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) que vamos a pagar entre todos.

Eso aparte de la cesión de las Cercanías de Cataluña, una reivindicación largo tiempo defendida por ERC y que hoy ha cerrado el ministro Bolaños con Oriol Junqueras, sentados mano a mano en una escena realmente cutre pero que al líder de ERC le habrá parecido lo más próximo a tocar el cielo. Porque no estoy segura de esto, pero el acuerdo puede incluir también el traspaso de la titularidad de las vías.

Nos tragamos hasta el relator, o mediador, o lo que sea, para contentar a los separatistas, cuando en el momento en que se planteó esa cuestión fue rechazada con firmeza porque suponía que el Estado negociaba en condiciones de igualdad con los independentistas. Pues ahora nos comemos también eso, "para que empuje a hablar del referéndum pactado".

Y, desde luego, con esta ley de amnistía es el Estado el que pide perdón por haber actuado con evidente exceso ante unos hechos que, ahora se reconoce, nunca debieron ser juzgados.

Pero no hay nada que hacer, el BOE lo tiene este Gobierno en funciones y es ese el instrumento de poder que no tiene la oposición, por mucho que José María Aznar diga lo contrario o por lo menos diga que en lo que a él se refiere, no se va a callar.

Estamos ante un cambio de régimen y probabemente ante un diseño de esa España plurinacional que reclaman los partidos separatistas

Pero sí tiene razón en que estamos ante un cambio de régimen y probablemente ante un diseño de esa España plurinacional que reclaman los partidos separatistas, manteniendo, eso sí, todos los privilegios que se les han concedido hasta ahora.

En el caso de Cataluña, esa ley de amnistía, que incluye a individuos encausados por prácticas terroristas como los CDR y los miembros del llamado Tsunami Democràtic, anulando así la capacidad de los jueces para aplicar la ley. Y, naturalmente, desautorizando al Tribunal Supremo, que celebró un juicio modélico en el año 2019 y se ha visto desautorizado con los indultos y ahora ninguneado con esta ley de amnistía.

Y en el caso del País Vasco, seguro que la redistribución territorial de nuestro país va a incluir la anexión de Navarra pero, manteniendo el Concierto Económico y las prerrogativas forales.

La maniobra del PP en el Senado, no tiene más objeto que el de retrasar la tramitación de la ley. Nada más.

Pasado un tiempo, el Rey se verá obligado a refrendar con su firma esta ley que es un desastre de enorme magnitud para el futuro de nuestro país.

Y nosotros, quiero decir el pueblo llano, no podemos hacer nada salvo protestar desde nuestra modesta atalaya y desde las concentraciones que cada poco tiempo se convoquen.

Estamos atados de pies y manos.