De facto, Israel ha retirado de España a su embajadora, Rodica Radian-Gordon. Eso es lo que quiere decir en lenguaje diplomático "llamada a consultas". ¿Cuánto puede durar está crisis al más alto nivel? Meses, si la cosa no va a peor.

Este gobierno ya tiene experiencia de lo que eso significa. Marruecos llamó a consultas a su embajadora en España, Karima Benyaich, el 18 de mayo de 2021 tras haber expresado la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, su rechazo por la masiva entrada de inmigrantes en Ceuta, y estuvo diez meses sin volver a Madrid, lo que sucedió tras la cesión de España sobre el Sahara. Fue precisamente ese giro político del Gobierno lo que provocó el 19 de marzo de 2022 que Argelia llamase a consultar a su embajador en España, Said Moussi. Las relaciones con Argelia tardaron en restablecerse diecinueve meses.

La cosa es seria, por tanto. La retirada de un embajador suele ir acompañada de otras medidas económicas y en la suspensión de determinados programas de colaboración.

El presidente del Gobierno ha vuelto a insistir en que Israel incumple el derecho humanitario en Gaza, provocando una crisis sin precedentes con Tel Aviv

Pero, a diferencia de lo que ocurrió con Marruecos y Argelia, en el caso de Israel el incidente ha sido provocado directamente por el presidente del Gobierno, y, además, ha venido precedido de un choque muy reciente. En concreto, la reprimenda que se llevó la embajadora española en Tel Aviv, Ana María Salomón, el pasado viernes cuando Sánchez dijo en Rafah –después de haber incomodado a Netanyahu en su entrevista mano a mano– que Israel no estaba respetando el derecho humanitario en los bombardeos sobre Gaza.

Ayer, en su entrevista en TVE, el presidente insistió en lo mismo, al expresar "francas dudas" de que Israel estuviera respetando el derecho internacional humanitario. ¡Qué metedura de pata! Justo cuando el ministro Albares había dado por zanjado el conflicto tras haber comunicado a su colega israelí la condena de España al ataque de Hamas en Jerusalén, que causó tres muertos.

Es más, Albares se entrevistó con el ministro de Exteriores israelí, Eli Cohen, el pasado miércoles en Skopjie, donde coincidieron en la cumbre de la OSCE (Organización para la Seguridad y Defensa de Europa). Me imagino que Albares dio garantías a Eli de que lo de Rafah no se volvería a repetir, pero Sánchez es mucho Sánchez.

El presidente del Gobierno español no puede provocar una crisis como esta, con consecuencias todavía por venir, pero que tendrá repercusiones negativas para nuestro país, por el simple hecho de que "los países amigos también tenemos que decirnos la verdad", como afirmó ayer en TVE. En primer lugar, la diplomacia normalmente tiene que ver poco con la verdad. Por ejemplo, Sánchez todavía no ha explicado "la verdad" sobre su cambio de posición sobre el Sahara. Pero, además, la afirmación del presidente supone que "la verdad" es que Israel está incumpliendo el derecho internacional humanitario, cosa que Tel Aviv niega rotundamente.

Parece que la posición de Sánchez, su contumaz insistencia en la provocación, tiene que ver con que, según fuentes de Moncloa, la mayoría de la opinión pública española se muestra solidaria con la población de Gaza. Pero diseñar la política exterior en base a encuestas suele ser una mala idea. Felipe González manejó el rechazo al ingreso en la OTAN pensando en lo que le gustaba al votante de izquierdas, y luego tuvo que dar marcha atrás. Por lo visto, Sánchez no sólo no aprende de la experiencia, sino que, como dice el refrán, es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.