Pedro Sánchez nos ha dejado helados. En un primer momento, dudamos en la redacción si el mensaje colgado a las 19,09 en X (antes tuiter) era o no fake. No lo era.

Lo que ha hecho el presidente del Gobierno es insólito. Utilizando una red social ha anunciado a los españoles que suspende su agenda pública hasta el lunes 29, día en el que comunicará al país si sigue o no al frente del Gobierno. Ahí es nada.

España queda así suspendida en la incógnita de saber si habrá o no un nuevo presidente, o si habrá un adelanto electoral... Así que el país entero vivirá en vilo ¡durante cuatro largos días! Esto parece poco serio. Pero vamos a las causas de este suspense político al que nos somete el líder del PSOE.

Denuncia Sánchez en su carta que hay una campaña de "la derecha y la ultraderecha", política y mediática, contra su persona y su familia. Sin mencionarlo, se refiere a las informaciones publicadas sobre las actividades profesionales de su esposa, Begoña Gómez, que, por el momento, no han sido desmentidas.

Que el político que ha escrito el libro Manual de resistencia se plantee dimitir por lo que se ha publicado sobre su esposa suena a cuento chino

Hoy se desayunó el presidente con la noticia de que un juzgado de Madrid había abierto diligencias sobre un posible delito de tráfico de influencias de su esposa. Acudió a la sesión de control en el Congreso con gesto enfadado, pero cuando Gabriel Rufián hizo referencia a ese asunto en el Pleno, él se limitó a decir que confiaba en la Justicia.

La mayoría de los ministros se enteró por X y por los periodistas de la decisión del presidente. Por tanto, se trata de un anuncio tratado sólo con su círculo más íntimo. Seguramente, comenta una fuente de Moncloa, "Begoña Gómez le ha animado a sincerarse" ante los españoles.

Pero, atengámonos al texto de su carta, que en sí mismo es muy revelador. Echa mano Sánchez de una expresión de Umberto Eco para describir lo que él cree que le está pasando: "La máquina del fango". Dice el presidente que no le tiene apego al cargo, afirmación que nos hace dudar de la sinceridad del resto. Y se pregunta: "¿Merece la pena todo esto?".

Esa es la clave de todo. El presidente que ha sido capaz de cambiar de opinión sobre cualquier asunto en función siempre de sus intereses políticos, no puede ahora vendernos la mercancía de que lo que se ha publicado sobre su esposa le pone en la tesitura de dimitir. A no ser, claro, que él sepa cosas que el resto no sabemos.

Sánchez no se ha caracterizado ni por ser un político llorón ni por su elevado concepto de la ética. Así que esa pregunta retórica no puede ser más que una pose para justificar una decisión que ha tomado por otras razones menos confesables.

Que el autor de un libro llamado Manual de resistencia nos anuncie su disposición a abandonar su cargo porque un diario ha publicado que su esposa ha avalado a empresas privadas que luego han recibido ayudas públicas suena a cuento chino.

No me lo creo. O bien hay una razón de peso que le lleva a abandonar. O estamos ante una estrategia para volver a la carga con el argumento de que la derecha y la extrema derecha son el fango. Es decir, una maniobra puramente electoral.

Por último, su carta refleja un concepto muy particular de la democracia. Sitúa en "el fango" a Núñez Feijóo y a Abascal, cuyos partidos, PP y Vox, suman más de 11 millones de votantes. ¿Cree el presidente que la mitad de los españoles se sitúan fuera del círculo de lo que él considera una política decente?

Siguiendo su lógica, hay que deducir que Sánchez está convencido de que no nos merecemos un presidente tan bueno como él.