¡Por supuesto que el gobierno de los Estados Unidos Mexicanos es muy libre de invitar a quien quiera a la toma de posesión de la presidenta Claudia Sheinbaum! Como toda fiesta, el evento es un ritual de socialización en el que se consolidan lazos de amistad, se crean nuevos vínculos o se ponen de manifiesto las enemistades. Visto así, está claro que a los gobiernos mexicanos del partido Morena (Movimiento de Regeneración Democrática) no les interesa tener una buena relación con el gobierno de España. Guste o no, Felipe VI es el Jefe del Estado de la monarquía constitucional española.
La versión oficial es que el Rey no respondió a una carta del presidente de México en la que exigía disculpas por la conquista. La posición mexicana ha sido recibida con entusiasmo por las ministras y ministros españoles de Sumar y por los partidos republicanos que apoyan al gobierno. Sin embargo, no se trata de una cuestión que solo implica al Rey, ya que sus actos institucionales deben ser refrendados por el gobierno en ejercicio ¿Qué quiere decir esto? Significa que el Rey no actúa solo y a título personal, sino que más bien es una especie de portavoz de las posiciones del gobierno de turno. Es decir, de haber querido, el gobierno, del que Sumar forma parte, pudo haber promovido que se enviara la respuesta desde la Casa Real.
El perdón es un acto de reconciliación y, por ello, no puede hacerse de la forma bronca que pretendió Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Si en lugar de buscar la confrontación por medio de un texto público lleno de reproches se hubiese querido realmente promover una petición de perdón y reconciliación constructiva que acerque a los países, con toda seguridad se podría haber repetido una petición de perdón como la que ocurrió en 1990 durante una visita del entonces Rey a Oaxaca.
Lo ocurrido no debería sorprender si se toma en cuenta que AMLO ha dicho explícitamente que las relaciones de México con España están "pausadas". ¿Qué implica este concepto, inventado por él, que complementa la Doctrina Estrada o Doctrina Mexicana? Nunca estuvo muy claro porque se trata de un término ajeno al lenguaje diplomático, pero ya vamos viendo que es un proceso en el que el gobierno de un país va arrinconando y tensando la relación con otro por medio de exigencias que implicarían su propio menoscabo frente al país que lo pausó. El resultado es que el Estado que "pausa"-en este caso México- castiga al "pausado" por medio de un ejercicio de superioridad moral.
La poca o nula simpatía de AMLO hacia el Reino de España también ha quedado patente con el uso de adjetivos como: arrogancia, prepotencia o soberbia, para referirse a el país o a su Jefe del Estado o a su gobierno. En realidad, no se sabe muy bien a quién se refiere el presidente como sujeto del adjetivo porque suele hablar en impersonal.
No cabe ninguna duda de que la colonización es criticable, incluso condenable, sobre todo, vista desde hoy. Evidentemente debemos debatir sobre sus consecuencias y la implicación de los distintos actores internos y externos y, de ser el caso, procurar el perdón y la reconciliación entre víctimas y victimarios. En ese debate, además del papel de la Corona Española es necesario hablar, por ejemplo, de las monarquías esclavistas –con la holandesa casa de Orange a la cabeza– o del papel de la Iglesia Católica que fue y sigue siendo la gran beneficiaria de las miserias de la colonización, con el agravante, de ser el único actor de esa época con poder y presencia actual en Latinoamérica. Cabe recordar que la "legitimidad" de la conquista la dio el Papa con el fin de cristianizar a los infieles y gracias a ello, la iglesia consiguió la mitad de sus actuales fieles.
En ese proceso, también hay que tratar sobre el papel de las nuevas repúblicas americanas y sus élites en la continuidad y fortalecimiento de las estructuras coloniales. La independencia de las metrópolis no significó la desaparición de los mecanismos de explotación. En los nuevos países hubo un proceso de subdivisión simbólica entre una "república de blancos", herederos y continuadores del orden colonial, y una "república de indios", para quienes la independencia no trajo mejores condiciones de vida. Además, si de genocidios se trata, el presidente Rosas de Argentina no fue el único en perseguir a tiros a los indígenas de su república, el propio AMLO pidió perdón simbólico a la comunidad indígena Yaqui por la masacre cometida por México, un acto de reconciliación empañado por la desaparición de cinco miembros de esa comunidad y el hallazgo de un número igual de cadáveres.
Tensionando la relación con España el gobierno de México quiere mostrarse como defensor de la soberanía y la dignidad nacional frente al imperialismo. Ataca a España a pesar de que han pasado 200 años del fin de la colonia porque le sale gratis. México no puede a arremeter contra EE.UU. como hacen los otros países de la región porque le saldría muy caro política y económicamente. El primer desencuentro entre AMLO y Trump se selló con una subida de aranceles al tomate y el inmediato cambio de actitud de México. Pero la cosa no quedó ahí, en la visita de Estado de AMLO a Trump, en el menú de la cena se incluyó tomate como una forma de recochineo, muy en la línea del presidente de los EE.UU.
Al gobierno mexicano le resulta más cómodo y rentable criticar al colonialismo de siglos atrás que adoptar políticas públicas que remedien sus efectos"
Contribuye a la ojeriza de AMLO con España el haber perdido el pulso que echó a Iberdrola. Su malestar llegó al colmo de usar el caso que perdió el Estado contra la eléctrica como una de las justificaciones de la reforma del sector judicial.
También está el tema de los bancos. Lleva mal que el BBVA y el Santander controlen más del 40% de cuota de mercado de su país y no sean de capital mexicano. En este punto, cabe aclarar que las llamadas empresas españolas "no lo son": sus dueños son accionistas repartidos por todo el mundo. En el caso concreto de Iberdrola, el fondo soberano de Catar es el dueño de la mayor participación, el capital de españoles es mucho menor que el de norteamericanos o de la participación que tiene el fondo soberano noruego. A pesar de ello, el Estado español recibe todas las externalidades negativas de los conflictos de las empresas al ser la sede fiscal de las mismas y, por haber supeditado la política exterior española a los intereses de sus empresas durante muchos años.
Sin duda, al gobierno mexicano le resulta más cómodo y rentable criticar al colonialismo de siglos atrás que adoptar políticas públicas que remedien sus efectos. Ahora bien, han pasado al menos dos siglos desde las independencias, y el colonialismo sigue presente porque mutó de externo a interno. Así pues, la desigualdad, los privilegios, el racismo y otros síntomas del colonialismo, se ha mantenido, fortalecido y sofisticado, ya que beneficia a las élites y clases medias de México y otros países latinoamericanos.
Francisco Sánchez es director del Instituto Iberoamericano de la Universidad de Salamanca. Aquí puede leer todos los artículos que ha publicado en www.elindependiente.com.
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Ni fue colonia ni es «latinoamerica «, sino Hispanoamerica