La diferencia entre Íñigo Errejón y José Luis Ábalos es que el primero no consiguió que ninguna mujer le defendiera cuando la marabunta periodístico-política se abalanzó sobre él. No le quedó más remedio que reconocer la existencia de comportamientos cuestionables, de los que culpó a su intenso ritmo de vida y al neoliberalismo recalcitrante que todo lo impregna. La comparación entre ambos políticos puede parecer un tanto pinturera, pero permite establecer diferencias entre el hombre sensibilizado y el simplemente sensible. Hay uno de ellos que no se guía necesariamente con el corazón y otro que parecía que no, pero que parece ser que sí.

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Los medios buscan serpientes en las semanas de sequía veraniega -si es que todavía existen- y han encontrado una buena en las mujeres relacionadas con José Luis Ábalos. Nunca antes un caso de corrupción había encontrado referencias tan explícitas a ellas. A las acompañantes sentimentales y amigas del alma. Los granujas de los ERE de Andalucía hacían gasto en Don Ángelo, en Show Girls, en La Casita, en Sala Delux y en American Show. Los de la Gürtel se pasaban sobres en el Pigmalion, lugar que demuestra que el Paseo de la Castellana está inclinado, dado que allí se cierran unos cuantos negocios del mismo tipo cada noche.

Los amigos del Tito Berni celebraban en algún pisito, pero tampoco se vieron caras ni se supieron nombres, ni gustos, ni precedentes. De Jésica, en principio amiga, sabemos que se graduó en Odontología, que regenta una clínica en otra ciudad y que le pusieron un pisito de lujo en la Plaza de España de Madrid, presuntamente pagado por la trama de los hidrocarburos. Se molestó la muchacha porque su frigorífico dejó de enfriar y nadie parecía darle una solución. Hasta esos detalles sabemos.

El lugar del disco

De Anaís sabemos que ayudaba a Ábalos con sus labores domésticas en una época de su vida en la que recibió la visita de la Guardia Civil para buscar información. A ella se le conocía por haber aparecido en un catálogo de acompañantes y por haber protagonizado un vídeo que fue rodado con un tipo muy específico de mímica corporal y en el que estaba acompañada por un actor al que llaman Jordi y apodan con el acrónimo ENP, 'el-niño-polla'.

Después de que la UCO sorprendiera a Anaís en casa de Ábalos, el exministro -según OkDiario- la envió un mensaje para advertir de la que se le venía encima. “Estoy contigo hasta el final”, respondió ella. Ya quisiera Errejón. Nadie respalda así a quien se porta con ellas como un diablo.

Otro testimonio reciente es el de Andrea de la Torre, mucho más joven que Ábalos, pero quien fue su novia después de su divorcio, o sea, en la época en la que suele ser aconsejable la contención y el recogimiento, cosa que casi ningún hombre lo cumple, dado que lo habitual es rebobinar en inteligencia hasta los 25, caer en algunas manos improcedentes y matricularse en bailes latinos. Andrea ha realizado una tournée mediática estas semanas y ha descrito con detalle su relación con el exministro, que fue sincera, pero tempestuosa, como siempre que el camino se inicia con el corazón hecho añicos.

También ha descrito una visita de Santos Cerdán a su antigua pareja en la que el hoy convicto quiso comprar su silencio con la oferta de un contrato en una consultora, de sillas en tertulias y de columnas en prensa, lo que revelaría, entre otras cosas, una corrupción empresarial y periodísticas de la que todos sospechamos y que es fundamental para engrasar el motor de este tinglado. Este mensaje ha sido sin duda el más relevante de los que ha trascendido en los últimos días. Esto ya no es sólo corazón ni bragueteo. De aquí emanan gases altamente tóxicos. Testimonios que a lo mejor no puede pronunciar Ábalos, pero sí otra personas.

Di por mí lo que yo no puedo contar

Para este martes había anunciado Cuatro a Claudia Montes, la exMiss Asturias que también se relacionó con la trama. Otra de las que se dijo que había sido enchufada en una empresa pública (no confundir, con Jésica, la de la foto en lencería enviada a la hermana de Ana Pardo de Vera). Habrá quien piense que la exposición de estas chicas resulta improcedente e incluso humillante y el argumento resulta respetable, aun teniendo en cuenta que alguna parece bastante cómoda al hacerlo de forma voluntaria.

Lo que cabría preguntarse es cómo ha contribuido todo esto a limpiar la imagen de José Luis Ábalos. Porque hace dos lunes, cuando Sánchez apareció en la sala de prensa de Ferraz, tras echarle del partido, y censuró los comportamientos machistas sobre los que ilustraban las conversaciones del sumario de la UCO, el exministro parecía un desalmado, pero ahora, tras este desfile de rubias -y entre medias se desmintió el nexo con una dama de otra tipología-, parece el investigado más generoso y empático de todos los que han pasado por el Tribunal Supremo.

Si alguien asesorara a José Luis Ábalos en su defensa y quisiera dar la vuelta a la tortilla o conmover a quienes le acusaron de financiar a mujeres de catálogo con dinero público, desde luego, no lo haría mejor. Debe estar sorprendido Ábalos al respecto. O a lo mejor no tanto.

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