Esta última semana ha sido una semana de tensiones en el Cáucaso Sur, no solamente por las diferentes redadas contra la oposición en Georgia, ni por la creciente tensión entre Azerbaiyán y Rusia por la supuesta infiltración rusa en el país. Ahora se ha sumado Armenia, uno de los últimos países fuera de Rusia que se movía en la ambivalencia, y que estos últimos días ha decidido plantar cara al gobierno ruso. Desde Ereván se considera que el gobierno ruso ha utilizado los medios estatales rusos y algunos funcionarios para ir contra el sistema político armenio, y más allá de ello, ir contra el gobierno de Nikol Pashinyan y las instituciones nacionales.

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La ofensiva azerí contra la autoproclamada república armenia de Artsaj en 2023, supuestamente protegida por los rusos con tropas que vigilaban el alto el fuego, y que acabó con 110.000 armenios huyendo hacia Armenia, marcó un punto de inflexión. A pesar de ello, por equilibrios regionales, mientras que Azerbaiyán se acercó a la Unión Europea y pidió a las tropas rusas que se fueran del territorio, Armenia seguía conectada a Rusia. Incluso el país aparecía junto a los países que ayudan a Rusia a esquivar las sanciones internacionales el año pasado. Pero este año cambió todo cuando el primer ministro Pashinyan anunciaba que se querían incorporar a la Unión Europea, y más aún cuando en abril el presidente Vahagn Khachaturyan ratificó la ley que permitía al país iniciar el proceso de acceso a la Unión Europea. Un guante que la Alta Representante de Asuntos Exteriores y Política de Seguridad europea, Kaja Kallas, recogió y lo acompañó con una visita oficial el pasado 29 de junio.

Rusia ha amenazado a Armenia con que no permitiría que el país se incorporara a la Unión Europea, un hecho que ha sido completamente ignorado por las autoridades armenias que buscan alejarse más y más de Moscú. La normalización de relaciones entre Armenia y Turquía es consecuencia de ello, pues el acercamiento a Ankara facilita enormemente las cosas para los armenios actualmente. La inclusión de Armenia en los corredores comerciales turcos, como también facilitar la venta de productos armenios en Turquía, ayudaría económicamente al país caucásico. Si hacemos una revisión histórica, actualmente se da la situación irónica que los países que pueden ayudar más a Armenia a separarse de Rusia sean Irán y Turquía. Un hecho que ha llevado a tensiones internas entre los armenios, pero al mismo tiempo también son conscientes que es necesario para romper el panorama desolador de aislamiento regional que tienen. El histórico apoyo moral francés entre los europeos ha ayudado, pero tener relaciones comerciales con Estados Unidos, Turquía, Irán, la Unión Europea ayudará más.

Si finalmente se llega a un acuerdo sobre el corredor de Zangezur, la carretera que comunica las dos partes de Azerbaiyán separadas por Armenia por el Tratado de Kars de 1921 será el último de los clavos a la influencia rusa en el país. La inestabilidad georgiana juega a favor de Armenia, y también el hecho que con casi una línea recta se conectará Azerbaiyán, Irán, Armenia y Turquía. Desde la Administración Trump se han erigido como gestores del corredor entre Azerbaiyán y Nakhichevan, para salvaguardar la integridad y la soberanía armenias. Un hecho importante y que ayuda a poner una piedra más en el camino de la normalización diplomática entre Armenia, Azerbaiyán y Turquía. Y es que para Estados Unidos es un punto importante en la región poder tener presencia, porque no deja de ser el Cáucaso Sur, en el norte de Irán y a poca distancia de Rusia.

Mientras el gobierno georgiano cada vez parece más una copia del gobierno ruso en cuanto a represión y censura, el gobierno armenio que se movía en la ambivalencia lo ha dejado de hacer

A parte de Armenia, Azerbaiyán también está escalando contra Rusia, e incluso los medios públicos azerís afirman que el ministerio de Defensa ruso abatió expresamente el vuelo 8243 d'AZAL, que costó 38 muertos y 29 heridos, mientras que hasta ahora firmaban que fue accidental. De la misma manera que el gobierno de Aliyev se plantea cerrar todas las escuelas que enseñen en ruso al país, y se cancelen eventos culturales de grupos rusos, como también acabar con las emisiones de televisión y radio rusas dentro de Azerbaiyán.

Mientras el gobierno georgiano cada vez parece más una copia del gobierno ruso en cuanto a represión y censura, el gobierno armenio que se movía en la ambivalencia lo ha dejado de hacer, de la misma manera que el gobierno azerí. Esta animadversión hacia Rusia parece que una más a dos viejos enemigos que lo que han separado varias guerras y desplazamientos forzados mutuos a lo largo de treinta años. Una situación que nos tiene que hacer tomar lo que sucede al Cáucaso sur como un asunto doméstico europeo, porque sus implicaciones nos afectan directamente. Hace tiempo escribí que debíamos considerar el Mar Caspio como un mar europeo más, y que los límites de la zona de influencia europea ya no acababan en el Bósforo. Una Armenia europea está más cercana que ayer.

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