En la noche del 23 de julio de 2023, ya con los resultados electorales al 99%, Pedro Sánchez compareció en una tribuna montada junto a la sede del PSOE en la calle Ferraz para proclamar el "somos más", que apuntaba ya con claridad a la alianza contra natura que sostendría esta legislatura. En el vídeo conmemorativo de la derrota que se transmutó en victoria sobre la derecha, el PSOE, siempre pensando en la imagen, ha eliminado del plano a dos personas que estaban junto al líder: Santos Cerdán y Begoña Gómez. Ellos sabrán por qué han decidido borrar a la esposa del presidente, como si ella le hiciera tanto daño al partido como el secretario de Organización, ahora en prisión.

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La celebración, por otro lado, ha sido más bien tímida. En realidad, había poco que celebrar. En el último Pleno del Congreso, la propuesta antiapagones del Gobierno salió derrotada con los votos de PP, Vox, UPN, Podemos, Junts, BNG y Chunta Aragonesista. En Moncloa se da por hecho que no se presentarán los presupuestos (por tercer año consecutivo) y se mira con pavor la solidez del llamado bloque de investidura. Los dos años que quedan para concluir la legislatura prometen ser incluso peores que los dos primeros. Sobre todo porque la corrupción amenaza con llevarse por delante a los pocos apoyos que le quedan al Gobierno.

Coincidiendo con este segundo aniversario, el presidente del PNV, Aitor Esteban, hizo explícitas sus dudas sobre la duración de la legislatura y habló de la conformación de una "mayoría negativa" en el Congreso. Esa mayoría, en la que están, además del PP y Vox, otros partidos que sí apoyaron la investidura de Pedro Sánchez, bloquea las iniciativas del Gobierno en función de sus intereses particulares, pero no es capaz de agruparse para ofrecer una alternativa a la nación.

El propio Esteban dijo que descarta apoyar una moción de censura del PP al Gobierno de Sánchez. Entonces, no sé de qué se queja.

Recurrió Esteban a la comparación de lo que ahora está ocurriendo en España con lo que pasó en Alemania durante la República de Weimar (1919-1933). Al humillante Tratado de Versalles, a la crisis económica que derivó en una inflación jamás vista, se unió la irresponsabilidad de unos partidos que hicieron naufragar el ensayo democrático que nació tras la caída de la monarquía y que facilitó la llegada al poder de Adolf Hitler.

La historia nunca se repite (podríamos citar a Carlos Marx en su 18 Brumario), pero sí que tiene patrones que deberían servir para no repetir los mismos errores. El libro El fracaso de la República de Weimar (Volker Ullrich, editorial Taurus) debería ser de lectura obligada para todos aquellos que se dediquen o quieran dedicarse a la política. Tal vez, sea mucho pedir, dado el nivel de algunas de sus señoría. Pero yo lo recomiendo.

Aquí, a diferencia de la Alemania de los años 20, no tenemos una situación económica desastrosa, no acabamos de salir de una guerra, ni tampoco tenemos a ningún Hitler en el horizonte. Lo que sí tenemos es una situación de bloqueo político similar a la que llevó al ocaso de la República y a un grupo, Vox, que puede sacar rendimiento de este bloqueo y del desgaste que están sufriendo los dos grandes partidos, PP y PSOE.

Aitor Esteban se queja de la situación de bloqueo, pero se niega a pedir elecciones anticipadas. Tal vez porque el PNV le saca mucho provecho

El auge de la ultraderecha en Europa está ligado al problema de la inmigración. El etnonacionalismo surge como rechazo a todo lo que viene de fuera, que se convierte en origen de todos los males. Es un mensaje simple, fácil de asimilar por el populacho.

El descrédito de la política, que es lo que nutre a los partidos populistas, tiene que ver no sólo con la corrupción, sino con la instrumentación de los partidos como herramientas para lograr fines concretos, al margen de lo que sea bueno o malo para la mayoría; incluso al margen de la ideología. Un buen ejemplo de ello es Junts, que sólo mira por los intereses de su líder Puigdemont. Pero también el PNV, cuyo respaldo al gobierno de turno está en función de lo que logre arrancar al Estado para mejorar la vida de los vascos. Estos pequeños partidos, con una sobrerrepresentación en el Congreso, condicionan la política nacional hasta extremos inimaginables. Tienen la virtud de hacer, por ejemplo, que la amnistía pase de ser anticonstitucional a ser perfectamente constitucional. O incluso que estén a un tris de romper la caja única de la Seguridad Social, algo a lo que aspira el PNV.

De la mayoría de investidura, a la que Sánchez llama con descaro 'mayoría de progreso', a la "mayoría negativa" hay muy poco trecho.

El único que puede romper ese círculo vicioso es el presidente, convocando elecciones. Son los ciudadanos los que pueden echar abajo el muro que representa esa "mayoría negativa" que nos condena a no tener presupuestos o a ceder al chantaje de las minorías con tal de mantener en el poder a Pedro Sánchez.

Lo que evidencian las palabras de Aitor Esteban es que así no se puede seguir. Él debería predicar con el ejemplo y, si no quiere apoyar la moción de censura de Feijóo, pedir la convocatoria de elecciones anticipadas. Pero probablemente eso sea pedirle demasiado. En la "mayoría negativa" se vive muy a gusto. Aunque el principal beneficiario de ese desgaste del sistema democrático se llame Santiago Abascal.

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