Si se puede tener Gobierno sin presupuestos se pueden tener portaviones sin aviones, y además seguir ganando el relato contra el fascismo de bigotillo o el fascismo de peluquín, el de aquí o el de USA. Sánchez nos dijo que iba a aumentar el gasto en defensa sin aumentarlo demasiado y sin quitárnoslo de nada, y a lo mejor eso empieza por llevar en nuestro único portaviones, singular y mitológico como la nave Argos, unas furgonetas de tapicero o de Ábalos y unos autobuses de La Sepulvedana, que son como nuestras diligencias con maletín de médico y sombrerera de señora (si las diligencias son los tanques del Oeste a falta de tanques, los autobuses pueden ser nuestros aviones a falta de aviones). El caso es que el Gobierno no va a comprarles cazas F-35 a los americanos, que eso sería blanquear el fascismo o por lo menos a Tom Cruise, un belicista aéreo y ario que además mezclaba la Semana Santa con las Fallas en sus películas, o sea que no respeta las purezas inmiscibles de nuestra plurinacionalidad. Por cierto, para ahorrar, cumplir y hacer relato también, se podrían mandar a la OTAN aizkolaris o las mismas falleras, que se parecen un poco a la guerrera princesa Leia.

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En los cuarteles se decía eso de “que se joda el coronel, que no como rancho”, y el Gobierno, un poco con esa misma mentalidad de recluta con berrenchín de dignidad inútil y contraproducente, quiere fastidiar a Trump dejándonos sin aviones en el portaviones y, claro, sin portaviones. Nuestro portaviones, simbólico y solitario como el barco de Chanquete, se convertiría en otro buque para princesitas de nácar o vírgenes marineras, todo guirnaldas y velas de hule. Pero quizá lo mejor que tienen los tres Ejércitos es que con un Gobierno progresista y pacifista se pueden transformar en simbología de loza de la paz o de la Naturaleza, como tres pastorcillos de Lladró. Un portaviones sin aviones, sólo con caramelos o con espetos (nuestras barquitas de espetos son como nuestros barcos de sushi); un tanque lleno de arena, que hay que vaciar de arena antes de mandarlo a Ucrania o a la ITV; y una tropa y una marinería de falleras y bandas de música, yo creo que eso es lo que quiere Sánchez para nuestras Fuerzas Armadas o para el aparadorcito de la Moncloa, justo al lado de su sofá de nata o de su colchón de agua.

La lucha contra el fascismo es lo que tiene, que nos puede dejar sin aviones o nos puede dejar sin la misma democracia mientras Sánchez intenta decorar el salón o sobrevivir a su tuberculosis política y moral. Digo lo de dejarnos sin aviones porque, según los especialistas, no parece haber muchas alternativas al F-35 teniendo en cuenta que nuestro portaviones es como todo interior y con poco pasillo, como las casas de los pobres, y necesita aviones de despegue vertical como los pobres necesitamos tendederos desmontables. Se ha hablado de aviones franceses, suecos o turcos, que suenan otra vez a pobre, a viaje de pobre, a fantasía de pobre o a trasplante capilar de pobre, pero no son buenos, no son iguales, no son los de Trump y Cruise, sino como los de una película española con Tony Leblanc de astronauta. De todas formas, yo creo que hemos olvidado que la ideología en Sánchez, en el sanchismo, en la sanchosfera que ya llega como a la troposfera, es una tapadera. Yo creo que lo que pasa es que en estos contratos con Estados Unidos no median Zapatero ni Pepe Blanco. Hasta Koldo hubiera servido, si no se hubiera descubierto todo ya.

lo que pasa es que en estos contratos con Estados Unidos no median Zapatero ni Pepe Blanco. Hasta Koldo hubiera servido"

La verdad es que no sabría uno decir si España o Europa están en guerra económica, ideológica o propagandística con Estados Unidos. De momento, Europa no se atreve contra el Pocero atómico, contra el matón arancelario, contra el ridículo liberal antiliberal e iliberal, todo a la vez, que además es como terraplanista de su propia cabeza. Ya vimos a Ursula von der Leyen, que parecía que sólo había ido a ver a Trump para llevarse los aranceles tal cual, igual que la bandeja con el té y las pastas sin tocar. Y lo de la guerra ideológica hay que matizarlo, porque ese discurso trumpista de que los poderes ocultos, la prensa y los jueces lo persiguen porque son enemigos del pueblo, del progreso y de la nación, eso podrían comprarlo aquí, el primero Sánchez (Abascal también, pero yo creo que Abascal le ha comprado a Trump, más que nada, participaciones de su lotería imperial, por si le toca una ínsula o una embajada trumpista como una pedrea). Pero el más trumpista, sobre todo porque el trumpismo sólo tiene pleno sentido gobernando, extendiendo tu poder hacia todos los demás poderes, es Sánchez. En cuanto a la guerra propagandística, ni siquiera hace falta que Trump se invente que somos aliados de China, del Grupo de Puebla o de Hamás. En cualquier caso, esas guerras, como todas las que no son la suya, son ajenas a Sánchez.

Detrás de las guerras de los avioncitos de papel y los barquitos de papel, como detrás de la política de pajaritas de papel de la paz o del progreso o del relato, yo creo que sólo está la guerra de Sánchez, solitaria y bamboleante como nuestro portaviones: la guerra de su supervivencia. Y, como ya he dicho, la supervivencia de Sánchez pasa por la supervivencia de la sanchosfera, que está ya como en la troposfera pero sin escafandra, como Tony Leblanc sin escafandra. Para que la sanchosfera sobreviva tiene que sobrevivir, o mejor bienvivir, mucha gente. Para que la sanchosfera sobreviva, Sánchez tiene que seguir siendo la apuesta de muchos, y no me refiero al voto de curritos ni de progres de suscripción y vinoteca. Yo creo que Sánchez no quiere dejarnos sin aviones sin más, así como Feijóo quería dejarnos sin vacaciones. Yo creo que lo que quiere Sánchez son aviones de Huawei, incluso con funda de corazoncitos. Enseguida serían aviones de su esperanza, aviones de la paz de Zapatero, aviones de la tranquilidad de Pepe Blanco, y hasta aviones de putas de Koldo, si no se hubiera descubierto todo ya. 

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