Nunca me dirigí a vosotros y vosotras así, de forma directa. Entre nosotros siempre se han levantado muros, muros de propaganda, de odio y de silencios. Pero hoy, viendo cómo tomáis las calles, cómo levantáis la voz contra la injusticia que os asfixia, siento la necesidad de hablaros.

Soy saharaui. Nací en el exilio, en el refugio al que vuestro Estado nos condenó. He crecido viendo a mi pueblo sobrevivir en medio de la arena, sosteniendo una causa que nunca dejó de sangrar. He visto a los míos caer bajo la represión marroquí, torturados, encarcelados y desaparecidos en las zonas ocupadas por vuestro régimen. He visto a mis hermanos de las zonas ocupadas gritar su libertad mientras la bota de la ocupación les rompía los huesos.

Y, aun así, hoy os escribo no con odio, sino con una sinceridad que nace de la verdad, esa verdad que siempre nos caracterizó a los saharauis. Vosotros, también sois víctimas.

Víctimas de un régimen que os roba el pan, que os roba la voz, que os roba hasta el futuro. Un régimen que os educó en el nacionalismo vacío, que os vendió la ocupación de mi tierra como un triunfo, mientras vaciaba vuestras ciudades de oportunidades y vuestras casas de dignidad. El mismo poder que os obliga a emigrar, que os utiliza como arma política contra España, contra Argelia, contra Europa… El mismo régimen que convierte la pobreza en rutina y la corrupción en paisaje, es el que mantiene a mi pueblo encadenado.

Vosotros, también sois víctimas de un régimen que os educó en el nacionalismo vacío, que os vendió la ocupación de mi tierra como un triunfo

No somos enemigos. Somos reflejo uno del otro, jóvenes sin futuro bajo un sistema podrido que solo sabe enriquecerse a costa de nuestra sangre y de vuestra lealtad, en muchos casos impuesta.

Os lo digo con toda claridad, la causa saharaui no es la raíz de vuestros males. No es el problema que os condena. Es la excusa con la que se os distrae. Mientras os dicen que “el Sáhara es la causa sagrada”, os roban el salario, os venden a las multinacionales, os obligan a callar.

Marroquíes protestan esta semana contra el régimen alauí en Rabat. | Efe

Nuestro líder El Uali Mustafa Sayed lo advirtió hace ya medio siglo, en su discurso histórico El Africano de Naciones, “El pueblo saharaui no solo lucha por liberar su tierra de la ocupación marroquí, sino también al pueblo marroquí del régimen alauí”. Aquellas palabras siguen vivas hoy, quizá más que nunca, porque vuestra rebelión confirma que ese régimen os oprime igual que a nosotros.

Hoy, cuando os levantáis, no estáis solos. Hay ojos saharauis mirándoos con respeto, con atención, con la certeza de que toda grieta en el muro del régimen es también una grieta en nuestra cárcel.

El pueblo saharaui no solo lucha por liberar su tierra de la ocupación marroquí, sino también al pueblo marroquí del régimen alauí

Sé que entre vosotros habrá quienes sigan repitiendo lo que os han enseñado, que los saharauis somos traidores, que somos invento de Argelia, que somos una amenaza, peligrosos terroristas que amenazan “la unidad del reino”. Pero os invito a mirar más allá de esa mentira. Nosotros no somos vuestro enemigo. Somos la prueba de hasta dónde puede llegar la brutalidad de ese Estado que también os aplasta a vosotros.

Yo os hablo desde la herida, pero también desde la esperanza. Porque si una generación como la vuestra, la generación Z, criada en el desencanto y en la rabia, decide levantarse, tal vez estemos más cerca de ver caer un sistema que nos roba a todos.

Vosotros gritáis contra la corrupción, contra la represión, contra un futuro que no llega. Nosotros llevamos cincuenta años gritando lo mismo

Vosotros lucháis por pan, por libertad, por justicia. Nosotros también.
Vosotros gritáis contra la corrupción, contra la represión, contra un futuro que no llega. Nosotros llevamos cincuenta años gritando lo mismo.

Quizá algún día, más pronto de lo que creemos, nuestras voces se encuentren. Y entonces, el poder que hoy nos divide temblará de verdad.

Hasta entonces, os miro de frente y os digo, resistid. No os rindáis. Recordad que la dignidad, una vez que despierta, no vuelve a dormirse.

Con respeto y con verdad,

Un joven saharaui


Taleb Alisalem (Campamentos de refugiados de Tinduf, 1992) es activista saharaui. @TalebSahara