Una operación, tipo Marcha Verde, supone, en un ambiente tensionado entre dos o más países, el desplazamiento de una gran muchedumbre de personal civil: hombres, mujeres y niños (no existen normas y los niños también podrían participar, aunque sería muy arriesgado), desarmados y sin uniformes, que podrían penetrar en el país contrario, no enemigo, pues no hay una guerra declarada, hasta alcanzar una zona determinada y sensible. Contará con logística propia.
La forma de desplazarse, dada su envergadura, sería en tren; cuando se acabaran las vías, en camiones y a pie, si es preciso, a la hora de atravesar las líneas contrarias. España tuvo que hacer frente a esta operación, en un momento crucial, cuando Franco se encontraba a dos pasos de la muerte.
Antecedentes de la Marcha Verde
El monarca marroquí siempre tuvo bajo su punto de vista al Sahara Español, pues consideraba que esa parte del territorio debía estar regido por la monarquía alauita, digna sucesora de los reyes almohades y almorávides.
La pertenencia de España a la ONU traía, como consecuencia, el tener que aceptar las Resoluciones emitidas por este Organismo. En noviembre de 1960, la cuarta Comisión de la ONU aprueba el informe del Comité de los Seis en el que se define los territorios no autónomos como “aquellos separados geográficamente de la potencia administradora y con diferencias étnicas y culturales.
La Resolución 1514 de diciembre de 1960, contiene la Declaración de la independencia de los países y pueblos coloniales. En la Resolución 1542, se dispone que las provincias africanas entren dentro de la denominación de territorios no autónomos sujetos a la descolonización. Por la Resolución 1524 del año 1963, el Sahara español formará parte de la lista de los Territorios que debían ser descolonizados.
A partir de esta fecha, todos los finales de año, la ONU recordaba a los países colonialistas la necesidad de dar la independencia a las colonias existentes. Durante la primavera de 1974, se redacta el Estatuto de autonomía del Sahara. El monarca alauita monta en cólera y hace llegar un mensaje a Franco, según el cual “Marruecos no dudaría en recurrir a la fuerza si España tratase de crear un Estado fantoche en el Sahara”.
En agosto de este mismo año se anuncia la celebración de un referéndum. Hassan II amenaza con el uso inmediato de la fuerza. A mediados del año, Hassan II al dirigirse a su pueblo había insinuado la posibilidad de una invasión pacífica de Sahara.
Al año siguiente, el 28 de abril, declara a una emisora francesa que “sus tropas se encuentran en el Sur para servir de marco a la marcha inexorable que hará el pueblo marroquí, con su rey a la cabeza, si espíritus amargados o ligeros iniciasen el proceso de autodeterminación en el Sahara”.
En su tradicional discurso del 20 de agosto aseguraba en Fez que antes de fin de año, recuperará el Sahara. “En octubre o noviembre a más tardar, sabremos si vamos a entrar en nuestro Sahara por medios pacífico o por las armas… Cuando llegue el momento, cuando llegue la hora, nos dirigiremos allí, con nuestro uniforme militar, para encabezar a quienes quieran aceptar el sacrificio supremo en aras de la recuperación de su tierra usurpada y de la integridad territorial de su patria.
Publicado posteriormente el informe de la Misión visitadora y el Dictamen del TIJ (Tribunal Internacional de Justicia de la Haya), la Asamblea General de las Naciones Unidas posee ya todos los elementos necesarios para adoptar una definitiva resolución sobre la cuestión del Sahara que, indudablemente, irá muy en contra de las apetencias anexionistas de Marruecos y Mauritania. Pero esto no coge de sorpresa a Rabat, ya que, desde hace tiempo, ha preparado minuciosamente su golpe de efecto en previsión de un informe y un dictamen desfavorables y así, el 16 de octubre de 1975, a las 6,30 de la tarde, es decir, unas horas después de la publicación en La Haya del dictamen del TIJ, Hassan II se dirige a su país por radio y televisión, anunciando la marcha sobre el Sahara Occidental.

Dos meses es el tiempo con que los marroquíes cuentan para planear su “invasión pacífica” del Sahara Occidental. Todos sus aspectos serán estudiados minuciosamente ya que los problemas que se han de afrontar son muy complejos, siendo el principal de ellos el logístico, dado el gran número de personas a mover y alimentar, la escasez de comunicaciones, las grandes distancias a recorrer y a que una parte de los itinerarios a partir del Draa discurren a través del desierto. Aquí entra en el juego el “amigo americano” que, teniendo unas buenas relaciones con España no duda en ayudar a Marruecos, resolviéndole todos los problemas logísticos.
Los dos grandes centros de reunión fueron Marraquech, para los voluntarios procedentes del Norte del Gran Atlas y Ksar es Suk para los habitantes del SE de esa gran cordillera. Ambas agrupaciones se concentrarían en Agadir para continuar luego hacia el Sur por Tiznit-Gulimin-Tantan hasta Tarfaya, a través de unos itinerarios muchos de los cuales eran pistas polvorientas.
El conjunto a mover era de 350.000 personas, para lo que se emplearían 7.813 camiones, 470 médicos, 230 ambulancias, 17.000 toneladas de alimentos, 23.000 de agua y 2.540 de carburantes.
El 17 de octubre, se abren las oficinas de inscripción para la Marcha Verde. El número de solicitudes llegó hasta unas 600.000 personas, de los que escogen a los más aptos para soportar los rigores del desierto, de ellos un 10% de mujeres. El total de participantes encuadrados era de 306.000 a los que se añadían los dirigentes hasta la suma de 350.000 personas y pertenecían a todas provincias del reino, proporcionalmente a su población. Esta iniciativa recibe el apoyo encubierto de los EEUU y declarado de Jordania, Arabia Saudita, Túnez, Omán, Bahrein, Qatar, Kuwait, Sudán, Líbano y Egipto.
La situación de España es muy delicada. El Generalísimo Franco se encuentra en un estado de salud muy preocupante y, como consecuencia del fusilamiento de cinco activistas de ETA y del FRAP se ha desatado una virulenta campaña internacional.
El 20 de octubre se reúne el Consejo de Ministros. Se decide negociar con Rabat, enviando para ello urgentemente a Marruecos, no al ministro de Asuntos Exteriores Cortina, sino a José Solís Ruíz, Ministro Secretario General del Movimiento y, en su vida laboral, administrador de la fortuna del monarca alauita.

La Marcha Verde se pone en “marcha”
El 21 de octubre, el primer ministro marroquí Ahmed Osman, da la salida a una vanguardia de 20.000 voluntarios en Ksar es Souk. Durante doce días, diez trenes diarios transportan a los voluntarios desde todos los rincones del país hasta Marraquech y, desde allí, empleando 7.813 camiones, son llevados a Agadir y luego a Tarfaya.
El 21 de octubre se entrevista el ministro Solís con Hassan II. Se le propone la paralización de la Marcha Verde, y si ello no era posible, como así parecía, para que se retrasara su salida, con objeto de entablar negociaciones, cosa que no parecía oportuna bajo la presión de la marcha. Hassan accede a enviar un emisario para iniciar negociaciones. Cuando Solís parte de Marraquex, el monarca marroquí sabe la gravedad de Franco y que España está dispuesta a negociar sobre el Sahara.
El 24 de octubre se abren en Madrid las negociaciones entre Marruecos y España. El gobierno de Arias Navarro está dispuesto a transferir la administración del Sahara, pero no la soberanía, que España no posee por ser una potencia colonial y que reside en los saharauis.
El 3 de noviembre se reúnen en Tarfaya los 350.000 participantes en la Marcha, adonde también han llegado 17.000 Tm. de víveres, 23.000 de agua y 2.590 de carburantes. La Marcha contaba también con 470 médicos y auxiliares y 220 ambulancias. Este día se establece un acuerdo tácito entre el Gobierno español y el Primer Ministro de Marruecos, Osman, según el cual las fuerzas españolas desmilitarizarían una zona contigua a la frontera y, en ella, se permitiría la entrada de la Marcha Verde.
Solamente tardó dos días el Gobierno español en enviar a Agadir al ministro Carro, para negociar con Hassan II
Al día siguiente, Hassan II se dirige por radio, desde Agadir, a los componentes de la Marcha, para anunciarles que al siguiente día se franqueará la frontera. Así ocurre, a las 10,33 horas, los primeros voluntarios cortan las alambradas fronterizas en el puesto de Tah, ya abandonado por los españoles, y traspasan la línea de demarcación. Progresan unos 9 kilómetros y se detienen en la línea prevista. Allí han llegado unas 60.000 personas, con 180 vehículos, los cuales penetran unos 12 kilómetros en dirección Tah-Daora y se detienen.
Solamente tardó dos días el Gobierno español en enviar a Agadir al ministro Carro, para negociar con Hassan II el retorno de la Marcha Verde a Marruecos, bajo la promesa de apertura de negociaciones para la transferencia del Sahara. Conseguido todo lo deseable, Hassan II anuncia por radio el fin de la Marcha y la vuelta a sus hogares de los participantes.
Varios días después, el 14 de noviembre, se firman los Acuerdos de Madrid, donde España da por finalizada su permanencia en el Territorio.
Se podría haber actuado de otra forma ¡Por supuesto! Aparte de una acción de fuerza, partiendo desde Ceuta, Melilla y el Sahara y llegando hasta el centro del territorio marroquí, que supondría el empleo de muchas unidades y un resultado incierto, dada la complejidad del territorio, las dificultades logísticas para tener bien dotadas a las columnas atacantes y las muchas bajas que supondría esta acción.
Se podría haber actuado de otra forma ¡Por supuesto!
Otra solución podría ser la siguiente: dejar penetrar a la muchedumbre por los pasillos habilitados entre los campos de minas. A medida que van entrando, meterlos en camiones y llevarlos al interior del Territorio donde se irían congregando. Teniendo en cuenta su magnífica logística, dispondrían de agua, comida, tiendas de campañas y, caso necesario, España podría aportar los elementos precisos, ya que en el Sahara había de todo y en cantidad abundante.
Pasado un tiempo prudencial, con sus camiones irían regresando a Marruecos, donde se daría por finalizada la aventura.
Juan Tejero Molina es Coronel de Infantería (R) y antiguo oficial de la Agrupación de Tropas Nómadas del Sahara
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