Ya nadie conoce a Cerdán, que cuando ha salido de la cárcel no me extrañaría que se haya tenido que ir solo, en autobús o a pie, entre remolinos de arena y chasquidos de serpiente, abrazado a la bolsa de deportes como a un alijo de calcetines. Por supuesto no lo conoce Sánchez, que olvidó lo del “buen socialista”, “el gran secretario de organización” que “lo acompañó desde siempre” y “tenía toda su confianza”, ese Sánchez por quien Cerdán montaba en Ferraz reuniones de fontaneros como para arreglar el Titanic de la Moncloa. Pero tampoco lo conocen los socios, que ya están negándolo hasta los apóstoles del PNV. Aitor Esteban, que fue hasta hace poco el párroco bamboleante, indulgente y de mano blanda de la mayoría de investidura en el Congreso, ya está diciendo que no conoce a Javier Cachón, que aparece en los mensajes como una petición de enchufe del PNV. “No conozco al señor Cachón, ni idea de quién es ese señor”, decía Esteban repitiendo mucho lo de señor, como Gila con aquel señor del pasillo de su monólogo, no sé si por distanciarlo, despersonalizarlo o terminar de emborronarlo en la memoria o en el absurdo. Se supone que Esteban participó en aquellas negociaciones (“extraordinario negociador”, decía Sánchez también de Cerdán), pero es lo que tiene el olvido, que no tiene que ver con la presencia sino con la voluntad. Por todos estos olvidos como de desamor yo creo precisamente que vamos a ir descubriendo todos los idilios de Cerdán.

PUBLICIDAD

Ya nadie conoce a Cerdán y hasta Chivite lo niega todo, y eso que fue en Navarra donde empezó el negocio de Cerdán, como el que empieza con una camisería. Lo que ocurre con este negocio, o sea el de la adjudicación fraudulenta con mordida, es que no funciona ni reconcentrando dinero ni reconcentrando maldad ni reconcentrando ambición, sólo funciona con contactos en el poder político. La trama de los tres mosqueteros del Peugeot, que como saben son cuatro, llegó a trama y no se quedó en el atraco a una gasolinera o en el atracón en un mesón precisamente por los contactos políticos. Lo que no se entiende es que a Cerdán se le adjudicaran obras sólo por su cara de albañil y que a Koldo lo atendieran ministros y presidentes autonómicos por su encanto diplomático o personal, como si fuera una princesa húngara. Siguiendo los negocios de la trama, como siguiendo las vías del tren, uno no se va a encontrar una mercería ni un coworking, sino una adjudicación con premio. Siguiendo los contactos de la trama, uno no se va a encontrar con aficionados a la ornitología ni peñas de mus, sino con gente achuchable para el siguiente negocio.

Lo que dice el sentido común es que las anotaciones de la trama son para un negocio o para gente achuchable para un negocio. Si tienen nombres raros, como de salón de uñas o de perfume de anuncio navideño, sí pueden ser señoritas del catálogo de Ábalos, pero en otro caso lo normal es que sean negocios. Y Cachónno suena a pibón, claro. Sí, el olvido es esa cenicilla que queda del amor y seguramente también es esa cenicilla que queda del negocio, así que la gente olvidadiza que sigue teniendo su historia y su anotación en la trama, como su poema en el cajón y su sombrero en la alcoba, ya han pasado de la posibilidad a la sospecha, como con los cuernos. Además, los socios callando no ante sus implicaciones particulares sino ante el alcance de la trama dentro del PSOE, del Gobierno y del país les hacen más sospechosos todavía. Fue Aitor Esteban, con su dignidad o engolamiento salomónicos, el que justificó el apoyo a la moción de censura contra Rajoy por “ética y por responsabilidad”. Ahora, repite lo del señor del pasillo, que uno siempre pensó que era el padre de Gila pero no lo quería reconocer o no quería que fuera su padre.

Cerdán sale de la cárcel y ahora nadie lo conoce, nadie hizo con él negocios ni bromas ni cuentas, todos lo niegan o lo ignoran

Nadie conoce a Cerdán, o lo conoce pero no le parece comparable a un señor (otro señor del pasillo) de la Diputación de Almería, la exótica Almería, tan sospechoso ya como un mercader de Bagdad. Yolanda Díaz, que hace mucho que parece una mariposa atrapada en una botella, la del sanchismo, decidió hablar de la corrupción en general, como para un tratado de demonología, y así equiparar la corrupción en el ministerio de Transportes a la corrupción en la Diputación de Almería (la demonología del PP, sería). Se le olvidó a la vicepresidenta con casita o piel de mariposa que ella no es vicepresidenta de la Diputación de Almería, sino del Gobierno de España, claro. Pero quizá lo de Cerdán, lo del PSOE, lo del Gobierno, lo de Sánchez, no se pueda resolver hasta que no se resuelva lo de Almería, o quizá lo de Gaza, o lo de Putin, o lo de Trump.

Cerdán sale de la cárcel como un convaleciente, herido de sol, cojo de mundo, receloso ya de todos los ruidos y de todas las sombras. No está absuelto ni perdonado, simplemente el juez ya no cree que pueda destruir pruebas, ya tiene las que necesita, incluso la tarjeta de El Corte Inglés que su mujer, Paqui, usaba como un arma ninja. Cerdán sale de la cárcel y ahora nadie lo conoce, nadie hizo con él negocios ni bromas ni cuentas, todos lo niegan o lo ignoran, todos lo ponen como al señor del pasillo, con traje marrón y afiliación dudosa o quizá inasumible. Pero Cerdán sale de la cárcel como se sale del hospital o del desierto, desgastado, cuarteado pero más avisado y precavido sobre lo que significa la supervivencia. Y eso es importante.

Nadie conoce a Cerdán, nadie conoce a nadie, en realidad, desde hace mucho. Pero sin duda todos se dan cuenta de que hay otro más en la partida, otro que ha probado el rancho y luchará de otra manera por su pellejo, que se empezará a plantear si le conviene pringar, cantar o apechugar, y que también se olvidará de amistades y colegueos, de juramentos de partido y de pacharán. Cerdán es el que enlaza con todo, con Koldo, con la financiación del PSOE, con las autonomías, con la fontanera, con la Moncloa. Además, Ábalos también va a empezar a sentir la sombra brutal o brutalista del trullo (24 años le piden), igual que la sombra del patíbulo. No sólo verán ustedes ahora muchos olvidos, sino muchos sudores, alguna curación y puede que hasta algún milagro.

PUBLICIDAD