La historia de Airbus está estrechamente ligada a la de Boeing. Resulta casi imposible hablar del gigante europeo de la fabricación de aviones sin hacer mención a su gran competidor estadounidense.
La estrecha vinculación en los análisis de ambas compañías lleva con frecuencia a pensar que las buenas nuevas de la una representan contratiempos para la otra y viceversa. Y sin embargo, tanto Airbus como Boeing han sido capaces de demostrar en los últimos años que en la industria aérea hay espacio suficiente para sostener el crecimiento acelerado de ambas.
Los problemas del 737 MAX de Boeing han ayudado a consolidar su liderazgo en esa categoría de aviones
Pero eso no quiere decir que los resbalones de su máximo contrincante no puedan ser aprovechados para ganar espacio en un mercado casi copado por ambas. Así, las dificultades vividas por el fabricante estadounidense con su modelo 737 MAX han sido vistas como una oportunidad para que el grupo europeo cerrara brecha con un rival que siempre le ha llevado la delantera -no en vano, el valor en bolsa de Boeing casi duplica al de Airbus, del mismo modo que sus ventas son hasta un 44% mayores, a cierre de 2018.
Teniendo en cuenta esto puede resultar sorprendente y hasta frustrante el aviso realizado por Airbus al cierre del tercer trimestre de que no cumpliría con sus objetivos de entregas de aviones para 2019. Sin embargo, un vistazo rápido a la evolución de sus acciones evidencia que al mercado esa situación ha quedado muy lejos de preocuparle.
Sólo en el mes siguiente al anuncio, sus títulos se revalorizaron un 6%, elevando claramente por encima del 50% las ganancias acumuladas desde el inicio del año. La explicación puede encontrarse en la expectativa de que estos retrasos en las entregas se puedan subsanar a medio plazo o también en que, pese a este menor volumen de ventas, la mejora de la rentabilidad permite al grupo pronosticar aún unas ganancias operativas similares a las esperadas antes de este anuncio.
Lo cierto es que, como observan en Banco Sabadell, "la prohibición de vuelo a nivel mundial del 737 Max ha tenido una incidencia limitada en los pedidos de la compañía", ya que "la rigidez de los planes de producción en los próximos años, donde sólo es factible un incremento a partir de 2022, implica que los actuales pedidos presenten una espera de casi 7 años, lo que explica que las aerolíneas tomen una actitud prudente".
Sin embargo, y pese a que es previsible que el 737 MAX vuelva a entrar en circulación a lo largo del primer trimestre de 2020, los problemas del modelo de Boeing sí han servido a Airbus para consolidar su dominio en una categoría de aviones, la de single aisle (fuselaje estrecho), una tendencia que viene de lejos. "En los últimos años Airbus ha venido afianzando el liderazgo frente a Boeing en el segmento single aisle (en el que compiten el 737 con el A320), que se espera que represente casi el 70% de los futuros pedidos de aviación comercial a nivel global en los próximos 30 años", corroboran en Sabadell.
Es este dominio en una área que parece decisiva para el futuro más inmediato de la industria la que justifica que una compañía que históricamente ha presentado un amplio descuento en sus valoraciones frente a su rival estadounidense cotice hoy con una prima, que refleja las mejores expectativas de crecimiento.
El éxito y rentabilidad de los modelos A320 justifican que hoy cotice con prima frente a sus rivales
El éxito de los modelos de la familia A320 ha sido capaz no sólo de compensar las mayores dudas en otros programas del grupo sino también incertidumbres como los aranceles que Estados Unidos amenaza con aplicarle o la investigación por sobornos abierta en Europa.
De este modo, con la confianza de que la buena marcha del negocio -Bank of America espera que su Ebit ajustado al cierre de 2021 supere en casi un 70% el de 2018-, el apoyo de una cartera de pedidos que supera los 8 años de fabricación y la expectativa de un próximo anuncio de una mejora en las capacidades de producción del grupo, son muchas también las expectativas de que la compañía siga mejorando de forma considerable, en los próximos años, el dividendo que abona a sus accionistas.
Razones todas estas que apoyan una visión optimista sobre el recorrido futuro de la compañía en el parqué. Si Sabadell ve potencial para que alcance próximamente los 150 euros por título, Goldman y JPMorgan confían en que pueda llegar a 158 o 164 euros, respectivamente. Recorridos que de hacerse efectivos no harían sino engordar una historia de éxito de una compañía que ha sumado ya ganancias superiores al 200% en el último lustro.
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