Cambian las mayorías, los partidos e incluso las naciones, pero una verdad permanece inmutable en el ideario político español –y eso sí vale también para los catalanes- la fascinación por Estados Unidos es derechas. Y así lo han consagrado esta larga noche electoral las casi 400 personas reunidas por el Consulado de los Estados Unidos en Barcelona en el Hotel Majestic. Muchos políticos, bastantes periodistas y unos cuantos curiosos que han votado muy mayoritariamente por Hillary Clinton, situando a Donald Trump en tercer lugar de las elecciones made in Barcelona, por detrás de Bernie Sanders. Pura idiosincrasia española, muy lejos de los resultados reales.

El hotel de las grandes noches convergentes ha vuelto a llenarse de nacionalistas, ahora transmutados en independentistas de pro, algunos populares y unos cuantos ciudadanos. Ni un socialista –lo que más se acerca es la presencia insoslayable de Anna Balletbó, pero la presidenta de la Fundación Olof Palme hace años que olvidó su vinculación con el PSC- ni mucho menos un representante del sistema de partidos que gira en torno a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. De ERC sólo se ha atrevido su número dos, Marta Rovira, y tarde, superado el momento de figurar para las fotos.

Ahí estaba el cónsul, Marcos Mandojana, explicando orgulloso la última colaboración con el Ayuntamiento de Barcelona, en la biblioteca Fuster, sin que nadie pudiera corroborar el buen entendimiento institucional. El Consistorio ha brillado por su ausencia en esta noche electoral norteamericana, con globos, barras y estrellas por doquier; ni la alcaldesa, Ada Colau, ni el primer teniente de alcalde, el socialista Jaume Collboni, que pasó en Estados Unidos las primeras crisis del mandato municipal, han asomado por el Majestic.

Sí estaban, en primera fila, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y la delegada del Gobierno, Llanos de Luna. Todos pendientes oficialmente de las pantallas que alternaban las imágenes de Trump y Clinton, y pensando probablemente en qué les deparará Mariano Rajoy en los próximos días o meses, según el caso. O los presidentes de los grupos municipales de PP y C’s, Alberto Fernández y Carina Mejías, el conseller de Cultura, Santi Vila, y la consellera de gobernación, Meritxell Borràs. Sin olvidar al ex president Artur Mas, incapaz de resistirse a una noche que hace cuatro años protagonizó por méritos propios. Cataluña es como el Vaticano, con dos Papas, y nuestro emérito se resiste a dejar la primera fila.