El lehendakari en funciones del Gobierno vasco, Iñigo Urkullu, ya tiene fecha de investidura y de toma de posesión de su cargo para otros cuatro años más. Será el próximo sábado día 26 ante el Árbol de Gernika donde prometerá su cargo después de que el pleno de investidura, que se celebrará los días 23 y 24 de este mes, certifiquen, salvo sorpresa poco probable, el respaldo del PSE al candidato del PNV. Un apoyo que aún se negocia y que por el momento no se ha cerrado.

Urkullu desconoce aún si gobernará en coalición con los socialistas o soportado en un acuerdo de estabilidad con la formación que lidera Idoia Mendia. Ambas formaciones acumulan ya mes y medio de negociaciones y por ahora se encuentran a la espera de salvar diferencias importantes, en especial en lo relativo al avance del autogobierno vasco y en menor medida en el campo de la paz y la convivencia. Unos contactos que el equipo negociador de la formación nacionalistas compagina con los que aún mantiene con la izquierda abertzale.

A sólo dos semanas de que Urkullu vuelva a prometer su cargo ante el símbolo de los fueros vascos, el cierre de un acuerdo con el PSE parece retrasarse más de lo inicialmente previsto. La suma de PNV (28) y PSE (9) les dejaría a un voto de la mayoría absoluta (38) en el Parlamento Vasco, lo que obligaría al Ejecutivo de Urkullu a seguir negociando con el resto del arco parlamentario.

Todo apunta a que socialistas y jeltzales suscribirán un acuerdo para los próximos cuatro años

Ambos partidos mantienen acuerdos de coalición en la tres diputaciones forales y en los ayuntamientos de las tres capitales vascas, además en otros muchos consistorios vascos. Por esta razón, se confiaba en que la traslación de la fórmula al gobierno vasco, más aún después de acordado un acuerdo de estabilidad la pasada legislatura, sería sencillo. Sin embargo, las aspiraciones en materia de autogobierno y de paz y convivencia del PNV han encallado con las posiciones que defienden los socialistas en este ámbito. Ambas delegaciones han plasmado en un extenso documento los ejes de un posible entendimiento y se encuentran actualmente en fase de detalle y concreción. Los dos partidos aseguran que la fórmula prioritaria sería la de conformar un gobierno de coalición PNV-PSE, pero que no se descarta limitarlo a un pacto de estabilidad.

Todo apunta a que socialistas y jeltzales terminen por entenderse y suscriban un acuerdo para los próximos cuatro años. Hoy el portavoz del Gobierno vasco y miembro de la comisión negociadora del PNV, Josu Erkoreka ha asegurado que es “innegable” que existen diferencias entre los dos partidos pero ha confiado en que en los próximos días se puedan reforzar “esfuerzos de aproximación” y reducir las distancias. Desde el PSE aseguraban que el acuerdo no está hecho "en absoluto".

El principal problema lo está provocando el apartado de autogobierno, El PNV quiere que esta XI legislatura sea la del nuevo marco de relación de Euskadi con España, la del nuevo “estatus político y jurídico” con el Estado y en el que prime la bilateralidad entre ambas realidades. Una aspiración incluida dentro de un proceso de actualización del autogobierno vasco de 1978 que suscita grandes recelos en el PSE. Esta mañana el secretario general del PSE en Vizcaya, Mikel Torres, reconocía que la distancia en esta materia es aún importante. Asegura que los socialistas están dispuestos a reconocer la Nación vasca pero como realidad “histórica, lingüística y cultural” pero no como un término que esconda “cosas como el derecho a decidir o el derecho de autodeterminación o incluso la construcción de un Estado propio”, aseguraba en declaraciones a radio Euskadi.

El acuerdo que se rubrique, subrayaba Torres, deberá ser “de país” y capaz de dibujar la senda para los próximos cuatro años. Un horizonte en el que el PNV ha situado la materialización de una aspiración que se frustró la pasada legislatura; la celebración de una consulta sobre un nuevo marco de relación con España. Una apuesta que los nacionalistas consideran que deberá ser pactado previamente en el Parlamento Vasco, incluyendo al menos al PSE, y que tras someterlo a consulta popular remitirlo a las Cortes para su tramitación.

Final de ETA

Otro de los escollos pasa por los compromisos que se puedan cerrar en lo relativo al final de ETA, las víctimas y el relato de los años de violencia. La política penitenciaria y el tratamiento a los presos y el final de la banda distancia a las dos formaciones y en especial por la influencia que en toda esta cuestión pueda tener la izquierda abertzale, con quien el PONV continúa negociando. No parece sencillo que pueda alcanzar un acuerdo de gobierno con EH Bildu, pero sí compromisos en determinados ámbitos y este es uno de los más probables, además del referido al nuevo marco de autogobierno para Euskadi.

Acceder a un Ejecutivo como el de Euskadi volvería a dar peso político a un debilitado socialismo vasco

Más aún, del desarrollo de las negociaciones con la izquierda abertzale en los próximos días dependerá en gran medida que EH Bildu presente candidata alternativa a Urkullu en el pleno de investidura del día 23. La parlamentaria Maddalen Iriarte sería la candidata de la izquierda abertzale, una opción que debería despejarse antes del día 18, cuando concluye el plazo de presentación de aspirante a disputar el cargo a Urkullu, si bien con ninguna posibilidad de que prospere.

Incluso Elkarrekin Podemos ha amagado hoy con presentar también candidatura a lehendakari si PNV y EH Bildu finalmente cierran algún tipo de acuerdo. En ese escenario Podemos entiende que estaría “obligada” a hacerlo ya que se convertiría en la única formación capaz de liderar la oposición, pese a ser la tercera fuerza por detrás de PNV y Bildu.

Si finalmente socialistas y nacionalistas llegan a suscribir un acuerdo de gobierno culminarían el entendimiento iniciado en diputaciones y ayuntamientos. PSE y PNV han gobernado en coalición hasta en siete ocasiones. Acceder a un Ejecutivo como el de Euskadi volvería a dar peso político a un debilitado socialismo vasco, cuyo apoyo electoral ha ido reduciéndose casi al mismo tiempo que se reforzaba su presencia institucional como bastón de apoyo y socio institucional del PNV. Hay que remontarse a febrero de 1991 –tercera legislatura- para encontrar el primer Ejecutivo conformado entre nacionalistas y socialistas.

Con José Antonio Ardanza como lehendakari las dos formaciones llegaron a gobernar coaligados ocho años, tres legislaturas, la última de ellas con un tercer socio, Eusko Alkartasuna. En enero de 1999, con la llegada de Juan José Ibarretxe, el PSE no repitió como socio. Su última experiencia en el gobierno vasco data de mayo de 2009, cuando gracias al apoyo del PP, Patxi López se convirtió en el primer lehendakari socialista.