La presentación de una moción de censura, como estipula el artículo 113 de la Constitución Española, debe nacer de la iniciativa de al menos una décima parte de los 350 diputados del Congreso. Unidos Podemos, que posee 67 parlamentarios más los cuatro de Compromís, supera con creces ese umbral. Los problemas se presentan después, en el rocoso camino hasta la mayoría absoluta que se requiere para su aprobación y consiguiente derribo del actual Gobierno.

Unidos Podemos debe sumar 105 apoyos externos para sacar adelante una moción de censura a la que aún se tiene que poner cara: la activación de este mecanismo requiere obligatoriamente de la propuesta de un candidato alternativo que se convertiría en presidente en caso de llegar a aprobarse.

[infogram id="congreso_diputados" prefix="UlQ" format="interactive" title="Composición del Congreso de los Diputados"]

En ese contexto no parece sencillo que el PSOE, con 85 diputados, pueda apoyar una moción de censura liderada por un candidato de Unidos Podemos, con catorce parlamentarios menos. Y el apoyo socialista, con la actual aritmética parlamentaria, es absolutamente imprescindible. En la rueda de prensa en la que se ha anunciado el inicio de los contactos, Iglesias ha sido ambiguo al referirse a esta situación, subrayando que "lo importante no son las caras" y dejando la puerta abierta a un pacto si el PSOE llegase a mostrar voluntad de negociación.

Si Podemos y el PSOE llegaran a un improbable acuerdo, todavía necesitarían el apoyo de los nacionalistas vascos y catalanes

En cualquier caso, tampoco sería suficiente el hipotético e improbable acuerdo entre PSOE y Unidos Podemos, que agruparía a 156 diputados. Descontando el rechazo de Ciudadanos, además, el futuro de la moción pasaría inevitablemente por Cataluña y el País Vasco: con los nueve de ERC, los ocho del PDeCat y los dos congresistas de EH Bildu, la moción alcanzaría los 175 diputados. Todavía necesitaría uno más, que debería salir sí o sí de Coalición Canaria o del Partido Nacionalista Vasco, actualmente en negociaciones con el Gobierno para la aprobación de los Presupuestos.

30 años desde el último precedente

De prosperar su presentación, la impulsada por Unidos Podemos sería la tercera moción de censura en la historia de la democracia española. Un camino que abrió en 1980 Felipe González con su moción de censura contra el ya debilitado Gobierno de Adolfo Suárez, que sin embargo no logró sacar adelante. El PSOE recabó entonces 152 apoyos (sus 120 más los 23 de PCE, cinco del Partido Andalucista, uno de ERC, uno de Euskadiko Ezkerra, uno de la Unión del Pueblo Canario y uno del Grupo Mixto), contra 166 rechazos, 21 abstenciones y 11 ausencias, entre ellas las del PNV y Herri Batasuna.

El último precedente se produjo en 1987, hace ahora 30 años, cuando el entonces senador y líder de Alianza Popular, Antonio Hernández Mancha, se erigió como candidato alternativo en una moción de censura presentada contra Felipe González. Condenada al fracaso desde su nacimiento -sólo obtuvo 67 apoyos-, el movimiento fue el intento de presentar a Mancha ante la opinión pública y darle voz en un Congreso de los Diputados al que entonces no tenía acceso.

Cabe recordar que el mecanismo de la moción de censura no implica que el candidato propuesto deba ser diputado en el momento de la presentación, sino que permite la presentación para el puesto del presidente del Gobierno de cualquier ciudadano mayor de 18 años consensuado entre los partidos impulsores.

El reglamento prevé además que en los dos primeros días tras la presentación de la moción se pueden presentar iniciativas alternativas. La original, sin embargo, no puede votarse hasta pasados cinco días y, en caso de ser rechazada, sus signatarios no podrán presentar otra durante el período de sesiones en curso.