Siente ya lo que es ser libre. El martes se lo concedió la democracia. Hacía 23 años que lo esperaba, casi la mitad de sus 53 años. Cruzar el umbral de la prisión para no volver jamás atrás, a su pasado más oscuro y sanguinario, y empezar una nueva vida es una oportunidad que ella sí tendrá. Incluso pese a que para muchos de sus ex compañeros de armas seguirá siendo una ‘apestada’ más, una compañera que les traicionó, como otros muchos hicieron antes. Idoia López Riaño (San Sebastián, 1964), alias ‘La Tigresa’, se ha desprendido no sólo del régimen carcelario sino también de la sombra carcelaria de ETA que le ha acompañado en las más de dos décadas que ha pasado entre rejas.

López Riaño apenas ha pagado un año de cárcel por cada uno de los 23 asesinatos que cometió y una ínfima parte del total de condena que arrastraba: 2.111 años. Será una ex etarra más que logra la libertad antes que muchos de los militantes fieles e irreductibles de las directrices y disciplina de la banda que se resistieron durante años, -y a veces aún hoy lo hacen-, no sólo a solicitar beneficios penitenciarios sino a pedir perdón, a arrepentirse y a reconocer el daño causado.

Los ‘arrepentidos’ de ETA fueron un día jefes militares de la organización, jefes políticos o algunos de los pistoleros más crueles con decenas de asesinatos en sus manos. Es el caso de López Riaño, quien siendo apenas una adolescente se introdujo en ETA y años después terminó protagonizando uno de los asesinatos con más víctimas en el historial de la banda, el atentado de la Plaza de la República Dominicana de Madrid en 1986, donde murieron 12 guardias civiles.

'La Tigresa' ha cumplido sólo 23 de los 2.111 años de condena que arrastraba por 23 asesinatos

A todos les persigue un pasado del que jamás podrán desprenderse. Asesinos para la mayoría, traidores para unos pocos, sus ex compañeros de filas, y obligados con su conciencia a recomponer una vida repleta de fantasmas. En algunos casos llegaron a ordenar asesinatos, colocar coches bomba o secuestrar, en otros los llevaron a cabo con sus propias manos.

En los años 80 arrepentirse de haber militado en ETA y renegar de la organización se pagaba con la vida. Dolores González Katarain, ‘Yoyes’, una de las primeras disidentes de ETA, temía que la iban a asesinar sus compañeros cuando decidió que la violencia no era el camino. No se equivocó, ETA no le dejó empezar de nuevo. Hoy los arrepentidos de ETA lo pagan con la expulsión de la organización y con el desprecio de ETA y de buena parte de la sociedad. Expulsiones que durante años se han publicitado para escarnio público en su mundo radical pero que en los últimos años apenas revestían impacto alguno.

Etarras con 'segunda oportunidad'

Otra de las etarras más conocidas de la banda, Carmen Guisasola, llegó a asegurar que abandonar ETA era “más difícil que entrar en ella”. En la mayoría de los casos el argumento empleado por la dirección de turno de la banda para arremeter contra ex jefes o ex militantes de la organización armada pasaba por haber manifestado discrepancias con las directrices de ETA, haberse desmarcado de la “lucha armada” o razones tan peregrinas como haber mantenido una relación sentimental con una funcionaria de prisiones.

A partir del martes 13 ‘La Tigresa’, cuyo alias original en ETA fue 'Margarita', volverá a tener una nueva oportunidad. Las instituciones y el modelo penitenciario español comenzó a brindársela tiempo atrás, durante los últimos años del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba como ministro del Interior. La denominada ‘Vía Nanclares’ logró resquebrajar el férreo control que sobre los presos ETA ejercía en las cárceles pero también abrió la puerta a una 'segunda oportunidad' a muchos militantes de ETA. Bastaba con acreditar un arrepentimiento sincero y condenar la violencia que ellos mismos habían ejercido.

Quienes en los últimos años se han acogido a la ‘Vía Nanclares’ han gozado de beneficios penitenciarios. Sin duda el más relevante, y que ahora reclama el conjunto del colectivo de presos, fue acercarles a cárceles del País Vasco, como la de Nanclares de Oca en Álava en lugar de mantener la dispersión carcelaria que aún hoy ejerce el Estado sobre casi 350 etarras.

ETA ha expulsado a jefes sanguinarios y etarras crueles por repudiar a la banda y su violencia

La etarra ha reconocido en varias ocasiones el error que supuso haber ingresado en la banda terrorista, contra la que se ha manifestado en contra. En un escrito remitido a la Audiencia Nacional en 2015 dijo asumir “total y absolutamente mi actividad delictiva en el seno de ETA así como mi responsabilidad por la actividad de dicha organización al haber pertenecido a ella”. En varias misivas enviadas al juzgado López Riaño ha calificado de “abominables” los crímenes de ETA y se ha responsabilizado no sólo del dolor causado por las acciones en las que ha intervenido directamente sino también “de las que no pude evitar”. Ha expresado su “total y absoluta disposición desde hace años a contribuir en lo posible en la reparación del daño causado, así como en afincar las bases de una nueva convivencia en paz y reconciliación, desde el mayor respeto a las víctimas”. Tras haber pedido perdón a las víctimas y haber renegado de ETA, ‘La Tigresa’ fue trasladada al País Vasco, donde cumplía hasta hoy condena en la prisión alavesa de Zaballa, a la que se asigna a los etarras acogidos a la denominada ‘Vía Nanclares’.

A muchos de ellos el calificativo de arrepentido no les gusta. El desmarque de ETA les brindó una oportunidad que en algunos casos se ha traducido en recobrar la libertad muchos años antes de lo que fijaba la sentencia. En el caso de López Riaño el último beneficio obtenido fue adelantar casi seis meses su salida de prisión, prevista para diciembre de este año. Cuando a partir de hoy ‘La Tigresa’ de por culminado un proceso que inició en 2010, cuando ETA le expulsó de la organización, en las calles del País Vasco podrá encontrarse con otros históricos miembros de la banda terrorista que también repudiaron a ETA y mostraron arrepentimiento por sus crímenes. En la mayoría de los casos una vez libres han optado por la discreción, por alejarse del entorno de la izquierda abertzale y por dosificar sus apariciones públicas.

La conversión de 'Txelis' y la pareja Guisasola-Urrusolo

Uno de los primeros etarras que recorrió el camino del arrepentimiento fue José Luis Álvarez Santacristina, ‘Txelis’, 23 muertos a sus espaldas. Quien fuera uno de los ideólogos y jefes de ETA en los años 80 no tardó mucho en renegar de su historial y de ETA. Detenido en 1992 cuando fue descabezada la cúpula de ETA en Bidart (Francia) comenzó un proceso interno que culminó con su condena de ETA y su expulsión de la organización en 1998.

Desde entonces, ‘Txelis’ inició un nuevo camino personal que le llevó a estudiar varias carreras (Filosofía, Psicología, Empresariales y Teología) y a una conversión religiosa profunda, “Dios es testigo de que estoy profunda y sinceramente arrepentido”, llegó a asegurar. Escribió un artículo en una revista de carácter religiosos en la que daba “siete consejos para pedir perdón”. Hoy imparte clases de euskera en un colegio y paga mensualmente 150 euros en concepto de responsabilidad civil. Desde agosto goza del tercer grado penitenciario y tan sólo debe acudir una vez al mes a prisión para firmar. Será totalmente libre en 2019.

Otro de los nombres que marcan la historia más dura de ETA es el de José Luis Urrusolo Sistiaga, en libertad desde febrero de 2016. Su pasado en el ‘comando Madrid’ le perseguirá de por vida y él lo sabe. 19 años en prisión por los casi 500 años de condena por 16 asesinatos y dos secuestros han sido el currículum del Urrusolo Sistiaga anterior al de la ‘Vía Nanclares’. Tras abandonar la prisión y acogerse a beneficios penitenciarios obtuvo la libertad poco después de lo que lo hizo su pareja, Carmen Guisasola, quien salió definitivamente de la cárcel casi dos años antes.

El ideólogo de ETA 'Txelis' sufrió una profunda conversión religiosa en prisión, "Dios es testigo de mi arrepentimiento"

Guisasola y Urrusolo representan bien la vida de los etarras que han renunciado a la violencia. Entre los dos suman una veintena de asesinatos pero han defendido y escenificado el pulso que junto con una treintena de etarras libraron con la organización y osaron desmarcarse de sus directrices. Ella ha participado en actos junto a víctimas de ETA, en especial junto a la viuda del ertzaina, Joseba Goikoetxea. Él ha condenado en numerosas entrevistas públicas la violencia de ETA y ha reconocido el error que fue la violencia de ETA en la que participó.

La lista de repudiados por ETA por haberse arrepentido es larga. En ella también figura Kepa Pikabea, ex jefe militar de ETA o Francisco Múgica Garmendia, ‘Pakito’, uno de los dirigentes de la banda más sanguinarios y que abjuró de ETA y de su pasado para acogerse a la ‘Vía Nanclares’. Junto a ellos, Ignacio Arakama Mendia, ‘Makario’, jefe del ‘Comando Madrid’. Todos ellos expulsados por ETA.

La paradoja de la lista de expulsados la marca uno de los más duros miembros de ETA hoy en prisión, Iñaki Bilbao, expulsado de ETA pero en este caso por haber renegado del cambio de posición de la organización hacia su desarme y de su apuesta por las vías exclusivamente políticas.